Chachalaca
En el 2006 se hizo famosa una frase de ALMO, ahora Pejidente, cuando denostó al botudo Chente Fox por entrometerse en los procesos electorales.
“¡Ya cállate, chachalaca!”,-le dijo, y la expresión se hizo viral.
Como consecuencia, los partidos de oposición impulsaron reformas para que el Jefe del Ejecutivo mantuviera las manos fuera de las elecciones.
Ahora la oposición le grita a ALMO: “¡Ya cállate, chachalaca!”, porque un día sí y otro también se está entrometiendo en cuestiones que solo competen a los partidos y a las autoridades electorales.
La “Nueva Chachalaca” tiene a su disposición todo el poder del Gobierno para acallar voces.
Con la “Mañanera” marca la agenda nacional, condena a sus críticos, sataniza a periodistas y tergiversa toda información que no vaya acorde con su proyecto de la Cuarta Transtornación.
Pero hay de chachalacas a chachalacas.
Fox fue una chachalaca de derecha, y la que tenemos actualmente es de izquierda radical.
La chachalaca de hoy nos está llevando al pozo, porque todos los días aumenta el costo de la vida. En sus propias palabras, nos obliga a vivir en la pobreza franciscana… qué digo pobreza franciscana, en la chilla, en la inopia, en la miseria.
La “Nueva Chachalaca” quiere tanto a los pobres, que está haciendo lo posible por que haya más de ellos en México.
Es como aquel Robin Hood del cuento: Va Robin Hood con sus bandidos por el bosque de Sheerhood y a lo lejos ve que viene un fastuoso carruaje y cuando llega junto a él, manda que pare: “¡Alto!-le dice al conductor. Soy Robin Hood, le quito al rico para dar al pobre”.
Entonces, baja al acaudalado comerciante que iba en el interior del vehículo y le pide que le entregue todo lo que lleve de valor.
El ricachón hace lo que le dice el bandido y al final de cuentas, se queda solo con su ropa interior, así que se pone a llorar desconsoladamente: “¡Buaaaahhhh! Ahora soy pobre!”
Como respuesta, Robin Hood le dice: “¡Son Robin Hood, quito al rico para dar al pobre!”
Y le devuelve toda su riqueza. El comerciante, al verse nuevamente en posesión de su heredad, grita gustoso: “¡Soy rico nuevamente!”
Y Robin Hood: “¡Alto! Soy Robin Hood. Quito al rico para dar al pobre!”
Y nuevamente le quita todo.
La “Nueva Chachalaca”, a diferencia del Robin Hood del cuento, no nos ha devuelto siquiera lo poco que ganábamos hasta hace unos cuantos años.
Si una familia de clase media vivía apenas con lo suficiente, ahora tiene que esforzarse el doble para mantener el mismo nivel.
Ni las pensiones a los adultos mayores pueden compensar tamaño quebranto, porque simplemente la inflación las hace trizas.
Tampoco es argumento decir que este gobierno ha aumentado hasta en un 200% el salario mínimo, porque en la realidad, el SM solo es un referente, y los obreros siguen teniendo el mismo nivel de ingresos que antes, pero ahora afectado por la inflación.
De chachalaca a chachalaca, es decir, del 2006 al 2023, ¿estamos mejor, o estamos peor?
No sé mis dos o tres lectores, pero cada que voy al mandado, la cuenta es más elevada.
Yo pongo como ejemplo el aceite de oliva, que antes era indispensable en mi alacena: Hasta el 2010, yo podía comprar el de dos litros y medio, porque me costaba poco más de 200 pesos.
En el 2015, ya solo me alcanzaba para el de litro, que tenía un precio de más de 180 pesos; para el 2020, el medio litro que compraba ya valía 160 pesos.
Hasta el año pasado que todavía me podía dar el lujo de comprar ese artículo, el cuartito valía 125 pesos.
Ahora, en el 2023, les juro por la memoria de la “Nueva Chachalaca” que han pasado más de cinco meses antes de poder comprar mi primer cuartito de aceite de oliva de este año.
Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: “Qué cantidad posees, cuál es tu cotización”. (Cuánto tienes, cuánto vales).