Los ejotes de la IV T de Tamaulipas
¿Y las órdenes de aprehensión, articuladas por los Fiscales en los tiempos de Francisco García Cabeza de Vaca, contra algunos alcaldes, funcionarios municipales y candidatos de MORENA?
¿Siguen vivas?
¿Ya se echaron al cesto de la basura?
¿Se aventarán el tiro los Fiscales, para desenterrarlas en tiempos electorales?
Que se sepa, ninguno de esos indiciados, está imposibilitado (a) para ser candidato, toda vez que no han sido procesados; el riesgo que corren, es que en plena campaña sean perseguidos por los ministeriales bajo el mando de las fiscalías de innegable tinte azul.
Y lo no menos grave: el uso como material de campaña negra de esos expedientes.
¿Por qué los afectados -ediles, servidores públicos y etc.- no se han plantado ante las fiscalías a demandar que se cierren esas averiguaciones, toda vez que la mayoría fue producto de la persecución política?
¿Acaso el gobierno le tiene miedo a los Fiscales carnales?
¿O el que puede lo más puede lo menos, tiene temor a utilizar su legitimidad?
Se extrañan los tiempos, en que MORENA y sus antecesores, utilizaban como herramienta política la movilización social.
El lopezobradorismo se tornó blandengue, desde que puso prioridad en las tareas electorales y no en la organización popular.
De igual forma: los jefes edilicios morenistas, se han recluido en sus oficinas e inhibido las manifestaciones populares para apurar a las autoridades a resolver sus problemas.
¿Aguantará el Fiscal Irving Barrios, un plantón de dos mil ciudadanos frente a su bunker?
Los fiscales no son un Poder autónomo; encabezan, organizaciones autónomas, pero carecen de la legitimidad que otorga el paso por las urnas. Diputados, alcaldes, gobernador, ediles, no sólo representan legalmente a la ciudadanía; también, están arropados por la legitimidad de la confianza popular.
Esa es la grande diferencia, entre Fiscales y jefes edilicios.
¡Y resulta, que los Fiscales, desdeñan al Poder judicial y persiguen con saña política a los presidentes municipales!
El Fiscal, acaba de ganar otro round, al Congreso local.
Hay que leerlo de la siguiente forma: la gran perdedora es la parejita jurídica de la IV T, Atanasia Contreras y Jorge Luis Beas.
Esas pifias -ya es una tendencia en las batallas judiciales que encabezan- en parte, son producto de la torpeza e ineficacia de la pareja citada. Es una falla de origen: se han dedicado a promover cambios jurídicos y legislativos en su favor y no en beneficio del gobierno estatal que los empleó.
La incompetencia para remover a los Fiscales cabecistas, es parte del rosario de fracasos de los consortes multicitados.
Presidentes municipales, como la nuevolaredense, Carmen Lilia Cantú Rosas, siguen -como se dice en el argot del bajo mundo- empapelados. El primero, por un rancho que compró con dinero inexplicable, la segunda, por lucrar con el tesoro público, o algo así. Al parecer, hasta el actual Secretario de Administración, Jesús Lavín Verástegui, anduvo amparado en la campaña de gobernador.
Tanto Atanasia y Beas, prefieren arreglar lo suyo, antes que resolver los agobios de sus compañeros de gobierno.
En breve, Beas, enfrentará serios conflictos.
Los más graves: una acusación -la familia, está preparando la denuncia- de acoso contra una damita y otra por su vinculo -directo o indirectamente- con la desaparición forzada de un abogado.
Apremia la mente y mano ágil, de un jurisconsulto en la IV T tamaulipeca.
Tacha y Beas, ya tronaron como ejotes.