Por Oscar Diaz Salazar
“Hacer una vida normal” es un propósito que difícilmente podrá cumplir, el secretario General del Gobierno del Estado de Tamaulipas, Héctor Joel “Calabazo” Villegas, mientras desempeñe esa tarea. Esa intención de seguir comportándose como antes de tener ese cargo, segundo en importancia en el poder ejecutivo del Estado, solo por debajo del mismo gobernador, la he compartido con amigos y conocidos mutuos, con quienes me he atrevido a comentar los riesgos que corría, desde el punto de vista mediático y de la opinión pública, al difundir imágenes con su familia y amigos, en actividades recreativas y de ocio, a las que por supuesto tiene derecho, pero que conviene no mostrar a todo el que quiera asomarse a esa faceta de su vida personal y familiar.
Hace algún tiempo, el ex presidente municipal de Rio Bravo fue duramente criticado por compartir una fotografía en la que aparece con un grupo de amigos con el torso desnudo, como corresponde a quienes disfrutan del baño en una alberca. La imagen sirvió de pretexto a detractores y moralistas que dieron rienda suelta a las suposiciones y a los comentarios homofóbicos, discriminatorios y despectivos. El tema generó molestia y provoco polémica, pero no fue más allá de los dimes y diretes, de los chismes y comentarios malintencionados.
El asunto es (casi) nada, si lo comparamos con la noticia que muy temprano circuló en Tamaulipas, confirmando la versión de que el secretario de gobierno había sido victima de un atentado, sin consecuencias fatales afortunadamente, cuando circulaba por la carretera Reynosa – San Fernando. El vehículo del Calabazo Villegas fue baleado, y fue el blindaje de su camioneta lo que evitó que sufriera daños en su humanidad. Las escuetas declaraciones oficiales señalan que resultó ileso del atentado, y que a media mañana ya estaba atendiendo sus responsabilidades laborales.
Supongo que el atentado le hará entender al riobravense que no conviene mostrar abiertamente lo que hace, con quien lo hace, con quien se reúne, donde anda, quienes lo cuidan, cuantos lo acompañan, sus rutinas, sus horarios, y los de su familia.
En cuanto a la agresión que sufrió esta mañana, debo decir que carezco de información para expresar una opinión bien fundamentada, pero también debo agregar que difiero de quienes acostumbrar victimizar doblemente a las víctimas, difiero de los que en automático acusan a las victimas de la delincuencia, porque piensan que “seguramente andaba en malos pasos”, o que afirman: “no sabía que anduviera en eso”, como si las acciones de la delincuencia estuvieran moralmente justificadas y certera y justicieramente aplicadas.
Agrego que siempre me ha preocupado más, y me ha generado mas sospechas, cuando nada ocurre, cuando las autoridades se pasean tranquilamente por todo el Estado, mientras la sociedad padece violencia e inseguridad en sus múltiples facetas y manifestaciones.
Mi criterio me dice que si hay esfuerzos e intenciones de someter a los delincuentes, aplicarles la ley, acotarlos y dificultar sus operaciones, habrá respuestas que muy probablemente sean violentas.
Termino diciendo que no me gusta que pasen estas cosas, (el atentado al secretario de Gobierno), pero tampoco me gusta que nada pase entre autoridades y delincuentes, mientras le suceden muchas cosas malas a la sociedad.
Expreso mi complacencia por escribir en este día un comentario superficial de un hecho lamentable, y porque el mismo no es una Elegía, dedicada al secretario Héctor Joel Villegas.