Quijote
Dice la historia que en su segunda salida de su pueblo natal, en busca de aventuras, de socorrer viudas y enderezar entuertos, el valeroso caballero andante Don Pejote de la Mancha de Petróleo vio a lo lejos a unos desalmados gigantes que movían sus largos brazos.
-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear,-dijo a su fiel escudero Marcelo Panza. Porque ves allí, amigo, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes con quienes pienso entrar en batalla y quitarles la vida.
Le contestó su escudero: “¿Cuáles gigantes, mi señor? Yo solo veo un chorro de aerogeneradores”.
Y ¡zaz! Se lanzó a todo galope, a lomo de su caballo retonto, lanza en ristre, acometiendo al primer gigante: “¡Non fuyades, viles criaturas, que un solo caballero es quien os acomete!”
El gigante movió los enormes brazos y dio con nuestro caballero en el suelo, el cual quedó todo molido, dando lastimeros pujidos.
Llegó Marcelo Panza a su lado y le dijo: “¿No se lo dije? No son gigantes, sino aerogeneradores”.
-Calla, amigo. Que las cosas de la política, más que otras, están sujetas a mudanza, y ahora me han vuelto a estos gigantes en aerogeneradores para quitarme la gloria de su vencimiento.
Dejemos de lado las historias nunca vistas de Don Pejote de la Mancha de Petróleo y vayamos a temas más actuales.
Enfrascados en un estira y afloja en torno a la Reforma Energética, los gobiernos Federal y los Estatales no se ponen de acuerdo en qué es mejor para el País, si continuar con la extracción de petróleo y gas, o permitir la inversión extranjera para producir electricidad mediante tecnología de punta, como los aerogeneradores o las celdas solares.
Una idea apunta hacia el pasado y la otra hacia el futuro.
Aquí el tema no es si se puede explotar la energía eólica para atender la creciente demanda de la población y de la industria nacional, sino el hecho de que ni el Gobierno ni las empresas nacionales pueden invertir en ese tipo de instalaciones por falta de recursos y tecnología.
Es necesario que vengan empresas extranjeras altamente especializadas en la construcción y operación de los parques eólicos. Y éstas no son las madres de la caridad. Si vienen a invertir mil millones de dólares, esperan sacar mucho más, teniendo en cuenta que las concesiones son a muy largo plazo.
Sin embargo, como resultado de su operación dependeremos menos de las contaminantes energías fósiles.
La cerrazón del Pejidente me recuerda la aventura de los molinos de viento narrada ad supra.
Pero además, les voy a decir algo: Desde que tomó posesión del cargo, nuestro Güey Tlatoani (así le decían los aztecas a sus emperadores), ha manifestado públicamente y se ha convencido a sí mismo, que es la encarnación presente de los grandes próceres de la Patria, como Hidalgo, Morelos y Juárez.
En otras ocasiones se ha comparado con Cristo, y ahora, por lo visto, con el tema de la energía eólica, pretende ser Don Quijote.
Pronto lo escucharemos en la Mañanera, hablando como Aristóteles, Diofanto o Empédocles.
El peligro es que nos quedemos varados en el pasado.
Mientras que otros países apuestan al futuro, nosotros avanzamos hacia atrás.
El socialismo, como sistema económico y político, ya quedó muy rezagado, con la caída del Muro de Berlín. Actualmente países como Rusia, Polonia y Checoslovaquia, incluso China, son solamente socialistas de nombre, pero no en los hechos.
La globalización, la apertura de mercados, la apuesta a la educación y a la tecnología, son lo de hoy y quien se quede atrapado en la historia, será historia. (Nota de la Redacción: ¡Pinche Pegaso!¡Qué fracesón te aventaste hoy! Propondré que la graben con letras de oro sobre los más altos estrados de la Nación. Por lo pronto, deléitanos con el infaltable refrán, muy a tu estilo).
Va: “Emiten sonidos guturales los cánidos, Sancho, evidencia de que nos desplazamos”. (Ladran los perros, Sancho, señal de que vamos avanzando).