La comunicación de los morenos

Opinión

Por Oscar Díaz Salazar

Con algunas variantes, esta historia ya la he contado (escrito) en varias ocasiones, desde que la escuché de un amigo que trabajó en la oficina de giras presidenciales, allá por los años ochenta del siglo pasado.

Mas que historia o anécdota, fue la observación de que el presidente de la República, Miguel de la Madrid, en una visita de dos días a la Zona Metropolitana de Monterrey, solo habló en un acto, dándole lectura a un discurso escrito, del que no se apartó ni una sola línea.

Lo recuerdo a propósito de la sobre exposición que hoy observamos en varios presidentes municipales de Tamaulipas, surgidos de la coalición morena – PT, que les ha dado por copiar el modelo que implementó el presidente López Obrador, de comparecer diariamente (los locales lo hacen semanalmente) frente a los medios de comunicación, o frente a colaboradores, invitados y porra.

En las mañaneras rancheras que observamos en Altamira y Ciudad Victoria, se ha tomado también la costumbre (de AMLO) de cuestionar a los periodistas que son críticos con las políticas y las acciones del gobierno.

Pienso que hay un mundo de diferencia entre el presidente López Obrador que critica a la prensa “contraria” a su gobierno, y a los rivales políticos y empresariales, porque simplemente es congruente con una rivalidad cultivada en más de dos décadas, y porque es una real y autentica diferencia en la manera de ver y entender el mundo, lo que no sucede con los presidentes como Gattas y Armando Martínez, que un lustro atrás formaban parte de las mafias del poder, esas que hoy descalifican sin la menor vergüenza de saber que escupen al cielo.

Que nos hablen de conservadores y de la mafia del poder, suena a risa en boca de los priistas como Armando Martínez que en una mañanera de ocurrencias y de monologo, como es su costumbre, tuvo que excusar a su propio padre de la descalificación que hacia a los gobiernos priistas y panistas que le antecedieron.

En Altamira ya de plano decidieron prescindir de los representantes de los medios de comunicación y hoy solo se convoca a burócratas e invitados. En Victoria se invita de manera selectiva a las mañaneras que organiza el presidente Gattas, cada que se le paga la gana, no antes ni después. En estos casos que comento, la retroalimentación es nula y solo se habla de los éxitos del gobierno.

A la manera de los standuperos o los showman, el alcalde Armando Martínez es un cómico involuntario, un tipo que te hace reír hasta cuando busca ese propósito: cuando amenaza a los que no se ríen de mandarlos para atrás; cuando afirma que solo un presidente se salva de la mafia del poder, para agregar después que también su papá; cuando anuncia que las tortugas altamirenses están desovando en las playas de su municipio y cuando comparte los detalles de la compra de la draga, sin licitación y pasándose la Ley de Adquisiciones por el arco del triunfo.

Desde luego que también influye en las políticas de comunicación, la formación de los funcionarios a cargo de esas oficinas y esas tareas. Para una locutora es lógico recomendar exposiciones muy prolongadas, entretenidas y privilegiar los medios electrónicos (Altamira). Y para un equipo formado en las cañerías, que no se responsabiliza de lo que publica, que en su vida ha escrito un recado, que no son periodistas y que no sienten el menor respeto por el oficio, el acoso, el ataque cobarde y la amenaza, es lo que pueden ofrecer (Victoria).

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