Al Vuelo/ Por Pegaso

Opinión

Sordera

No cabe otra explicación. Por muy hábil que sea para sacarse de las broncas, cual mojarra enjabonada, el Pejidente sí se burló de la tragedia que enluta a cinco familias mexicanas.

Se le acaban los argumentos a este aprendiz de sátrapa, que no solamente entregó al país en bandeja de plata a la delincuencia organizada, sino que ahora ¡hasta se burla de las desgracias ajenas!

“¡Ya dio el viejazo!”-decía yo hasta hace poco tiempo, tratando de justificar lo injustificable.

“El Alzhaime”,-llegué a pensar.

Pero no. Es la maldad y la socarronería llevadas al extremo.

Ya hasta sus mismos lamehuevos empiezan a darse cuenta de la terrible verdad.

Es cuestión de matemáticas: Si diariamente hay en el país homicidios dolosos, masacres, decapitaciones y desapariciones forzadas, algunas de ellas deberán afectar a personas que antes simpatizaban con su causa, porque no se puede pensar que las tragedias solamente les ocurran a los fifíes y los chairos estén exentas de ellas.

Así, pues, cada familia que se vea enlutada, serán votos menos para la causa de la Cuarta Transtornación, a pesar de que les llegue la limosna de la pensión universal.

¿O qué? ¿Me quedaré muy contento recibiendo mi pizcacha aunque los criminales apapachados por ALMO matan a alguien de mi familia? No lo creo.

Tampoco los nuevos pobres serán tan estoicos para decir: “¡Chanfle! Ya pasé de pobreza moderada a pobreza extrema gracias a mi viejito lindo que ahora sí me va a dar mi pensión”.

Lo que ocurrió al terminar la mañanera del miércoles debe hacernos reflexionar. Varios de los reporteros que no están en la nómina de Palacio Nacional insistían en que el Pejidente hablara de los cinco jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno, Jalisco.

Y como le hacían los priístas: “Ni los veo ni los oigo”.

Tal cual. En lugar de responder a lo que se le pedía, ALMO se ponía la mano en un oído y luego en otro, fingiendo que no escuchaba bien.

Por el contrario, cegado por la soberbia, procedió a contar un chistorete donde una mujer pide 200 pesos a su esposo para ir a comprar algo a la tienda. El tipo dice que no la escucha por ese oído y se cambia al otro, entonces la mujer le dice: “Que me des quinientos pesos para ir a comprar mandado”. Y el caradura le responde: “Mejor por el de 200 pesos”.

Esa actitud causó indignación en muchos sectores de la población principalmente en el ala de los fifís, conservadores y aspiracionistas, pero también hubo muchos chairos que se dieron cuenta de la clase de locura que lo invade.

Ya no hay forma de defenderlo. Se está echando la soga al cuello mientras más cabrestea e intenta tapar el sol con un dedo.

Yo no le deseo mal, ni a él ni a nadie. Es más, me hubiera gustado que su gobierno no se hubiera caracterizado por la confrontación, la corrupción y el valemadrismo. Me hubiera gustado que tuviera los huevos tan grandes como los de Bukele, el Presidente de El Salvador para poner en su lugar a todos los cárteles de la droga.

Mal y de malas está el país. Ayer, el Pejidente intentó quitarse la soga del cuello al decir que no se burló, sino que no se escuchaba lo que le estaban preguntando y por eso contó aquel infame chascarrillo.

Día llegará en que sus enceguecidos adoradores poco a poco se den cuenta que siguen a un loco que nos lleva a todos directamente al precipicio.

LA FALLA DE ANDRÉS: Bueno. Esa, precisamente. No se puede hacer un chiste de una tragedia. No hay justificación posible ni se puede pensar que el Pejidente estaba bromeando desde antes y que no se podía oir el griterío que tenían atrás los reporñeros que cubren la mañanera. El tema de los jóvenes desaparecidos o asesinados debió estar presente en esa conferencia, gravitando por la importancia que reviste. No es posible que en México salgamos de una atrocidad para entrar a la siguiente barbaridad.

Viene el refrán estilo Pegaso: “No existe mayor carente visual que quien evita observar”. (No hay peor ciego que el que no quiere ver).

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