Pobreza
La ciencia ha confirmado lo que durante toda su vida ha proclamado el Pejidente: La pobreza es la cura de todos los males.
Efectivamente: Si eres pobre, no pagas impuestos.
Si eres pobre, tienes el derecho de sacar a la calle un changarro y no pagar luz, IMSS e INFONAVIT.
Si eres pobre, no tendrás que batallar con el mantenimiento de esas casotas grandotas donde viven los desdichados ricos.
Si eres pobre, tienes todo por delante, porque no hay nada más que perder.
La fórmula descubierta, desarrollada y patentada por ALMO siempre da buenos resultados.
Por ejemplo, te llega tu despensa con un paquete de harina, una botella de aceite, dos paquetes de sopa de fideos, una bolsa de frijoles y una bolsota de leche en polvo.
Y cuando llegas a los 65 años, te dan tu chequesote por 4,800 devaluados pesos cada dos meses.
Además, como decía José Alfredo Jiménez: “Yo conocí la pobreza, y allá, entre los pobres, jamás lloré”.
No importa que no tengas lana ni para ir a echarte unos tacos de Don Yeyo, embarrados de frijoles y harto aceite. Con que comas frijolitos en bola con su chesco y tengas un par de zapatos viejos, un pantalón remendado, una camisa del tianguis y unos chones balaceados, con eso te debe bastar para ser feliz.
Toma el ejemplo de nuestro glorioso Pejidente, que solo trae doscientos pesos en la bolsa. Aunque, eso sí, sus vástagos viven en una opulencia insultante.
Pero eso no importa. Con que tú vivas feliz es más que suficiente, y que el mundo ruede.
Yo ya pasé de ser un clasemediero aspiracionista, gracias a “Los Ventarrones de Cambio”, primero, y luego a la “Cuarta Transtornación”.
Pero ahora que soy pobre, no siento nada de lo que se supone que debería sentir hacia el viejito por concederme esa inmensa dicha.
No tengo agradecimiento ni nada que se le parezca. Es más, ni me dan ganas de votar por sus “corcholatas” en el 2024.
Yo llegué a tener hasta tres chambas. Parecía el milusos de la película “¿Qué te ha dado esa mujer?” (Estrenada en 1951. Director: Ismael Rodríguez. Protagonistas: Pedro Infante, Luis Aguilar, Carmen Montejo y Rosita Arenas). Llegaba corriendo a mi casa y le decía a mi abnegada esposa: “¡Ya vine, vieja!” Y segundos después salía con un nuevo atuendo: “¡Ya me voy, vieja!”
Al paso del tiempo las cosas han pasado a mejor, porque ahora vivo en una estoica pobreza franciscana, como tanto lo pregona el “Cabecita de Algodón”.
LA FALLA DE ANDRÉS: Dejemos a un lado los beneficios de la pobreza y analicemos la falla, equivocación, yerro, falta, desatino, desacierto, pifia, gazapo, errata, desliz, ligeresa, lapsus, inexactitud o cagada más reciente de nuestro Pejidente.
Dijo que a él le daría vergüenza subirse a un auto último modelo.
No creo que su sentimiento lo compartan sus vástagos, amantes de los vehículos exóticos, como Mercedes Benz o Lamborghini, los relojes costosísimos, como los Rolex, las mansiones principescas, como la que tiene su ñúñor en Houston, los zapatos exclusivos, como Ferragamo o acudir a los juegos de Los Astros, comprando palcos VIP como si se tratara de dulces.
Por eso a mí no me cae todavía el veinte de que el viejito les haga el fuchi a los autos nuevos.
En fin. Viene el refrán estilo Pegaso: “Procede a referirme tu presunción y expresaré cuál es tu carencia”. (Dime de qué presumes y te diré de qué careces).