Por Oscar Díaz Salazar
Quienes estudian y escriben sobre la relación del gobierno con la prensa en Mexico, es muy probable que en algún momento citen la declaración de José López Portillo, al referirse al trato que le daba su gobierno a la revista Proceso y a los medios que eran críticos con su administración, en estos términos: “No pagó para que me peguen”.
Parece obvio y es entendible que los gobernantes no paguen para que les peguen.
Sin entrar a una discusión más profunda sobre la utilidad de la prensa, la inversión en difusión, el pago a periodistas, el derecho a la información y la propiedad del dinero público, insisto en que es un principio básico ese de “no pagar para que me peguen”.
Cito la frase de López Portillo para comentarles que esa primera ley del trato prensa – gobierno, fue derogada por el hoy Secretario de Administración de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Marco Batarse, en el tiempo en que estuvo al frente de la Dirección de comunicación social de la UAT.
Marco Batarse pagó a varios periodistas para que atacaran a la máxima autoridad universitaria, pagó y dio línea para criticar y denostar al rector Guillermo Mendoza.
Batarse fue colocado, en calidad de cuña, en la jefatura de prensa de la Universidad, ahí en el mismo sitio donde fue chalan de la madre superiora de los jefes de prensa de Ciudad VIctoria, Manuel Montiel, para cuidar los intereses de una facción del gobierno del Estado.
Batarse se enredó en la bandera de uno de los grupos de poder que se disputan el botín universitario y llegó al extremo absurdo de pagar para que denostaran a la cabeza de la institución donde labora.
Desde la UAT y con recursos de la UAT, Batarse instruye a sus incondicionales para criticar al rector y para “inventar” organizaciones de corte delictivo “cartel de las vacas locas”, integrado por periodistas críticos, que se ocupan de dañar al gobernador por instrucciones del rector, según la versión de Batarse.
Criticar a su jefe (laboral, burocrático y administrativo) y alentar a los periodistas -a los que paga-, para hacer lo mismo, y acusar al rector de financiar las críticas al gobernador, a todo eso se ha atrevido el señor Batarse, en un afán de halagar a su jefe político, que por cierto no debería inmiscuirse en el alma mater, lo mismo por decencia política que por prudencia, pues no ha podido ni con los asuntos que legalmente le toca atender.