Por Oscar Díaz Salazar
A principios de la semana en curso, el gobernador Américo Villarreal visitó la ciudad de Matamoros.
El mandatario tamaulipeco, – con el presidente Mario López como anfitrión y/o acompañante -, cumplió con una serie de actividades en la cabecera del municipio ubicado en la esquina noreste del Estado, entre las que destacan: la reunión con el Embajador de los Estados Unidos y las Cónsules de USA en Nuevo Laredo y Matamoros; la visita a un Albergue temporal para migrantes y la visita al hospital Alfredo Pumarejo.
Si hay algún municipio con el que el doctor Américo Villarreal está en deuda política, si hay un pueblo con el que el gobernador está «entrado», si hay una ciudad que merece la visita, el apapacho y la inversión del gobierno de Tamaulipas, de este gobierno emanado de morena (PT y Verde), sin duda que ese municipio es Matamoros, en donde fue muy abundante la votación a favor del galeno que hoy despacha y reside en la Casa de Gobierno de Ciudad Victoria.
La historia en negativo que me cuentan los panistas, que ubican a Matamoros como el factor clave de la derrota del Truco Verastegui, tiene su perspectiva positiva en la versión de los morenos, que señalan a «Mi Matamoros querido» como el municipio que les dio el gane, y a su presidente municipal, Mario López, como el artífice de esa copiosa votación, que tiene más mérito porque se construyó en un contexto de persecución política y acoso, orquestado por el ex gobernador Cabeza de Vaca.
Pero el asunto de la votación es historia, que no deben olvidar los beneficiarios del titipuchal de votos a favor de morena y emitidos por los matamorenses, como también es historia ese primer intento de retribuir a Mario López por su colaboración al triunfo del Doctor, con una candidatura al Senado, que no fue, porque se atravesaron otros intereses.
El gobernador debe saber que la política es un asunto de percepciones y que las visitas y los elogios de algo sirven, y así como el doctor disfruta cada semana del «champú de cariño» y de la palmadita del presidente López Obrador, cuando en las mañaneras lee las tarjetas que le prepara su vocero, con piropos para el gobernador de Tamaulipas, así debería multiplicar las visitas, las expresiones favorables, las inversiones y las obras para Matamoros y para su presidente municipal. No hacerlo sería ingratitud.