Al Vuelo/ Por Pegaso

Opinión

Lejanas

Desde aquí mando un homenaje y un profundo agradecimiento a las canciones lejanas, a las canciones de antes.

Sí. Como decía Eros Ramazotti en la melodía homónima: “Melancolía de nuestros padres, tal vez un pretexto para hablar de amor, ya que por lo visto se les olvidó”.

Aquellas sí eran canciones bonitas. Las baladas de los 80, con José José cantando “Piel de azúcar”, Napoleón interpretando “Pajarillo” y Emmanuel, “Vamos a amarnos despacio”.

Joyas del más puro romanticismo.

Los boleros de Javier Solís, como “Sombras”, de Vicente Fernández, “Si no te quisiera” y de “El Pirulí”, “Verónica”.

“Canciones Lejanas” de Eros Ramazotti fue en su momento, en 1986, casi un himno de los jóvenes que se rebelaban ante los gustos musicales de sus padres.

“Canciones lejanas que a veces también recuerdo, sonando en la radio, en el cuarto de mi hermano; melancolía de nuestros padres buscando así las fuerzas perdidas y los amigos que ya no volverán. De amores fugaces, promesas a corto plazo, en singles rallados en tocadiscos portátiles. Es siempre más cómodo quejarse que reconocer tiempo malgastado que no vuelve más”.

Y sí. Escuchando ahora las espantosas e insoportables canciones de los artistas actuales, no hago más que recordar aquellos tiempos y pensar que fueron mejores que los de hoy.

“Cuando dicen que eran mejores, entonces sí; yo les respondo que no fue en nuestra hora aquí. Solo son desde hoy canciones lejanas. La nostalgia me atrapará con esa trampa agridulce para el corazón”.

Lo cierto es que el romanticismo nunca pasa de moda.

Vi recientemente un video donde se enfoca a una linda chica, de no más de veinte años, reaccionando a los gritos que se escuchan de su novio, más o menos de la misma edad.

Le dice él: “¡Fulanaaaaa, ya sabes que te quiero un chingoooo! ¡Podrá haber muchas viejas en el mundo, pero tú eres la que me trae bien pendejo, pinche nalgonaaaa!”

Se puede ver que a la chica le encantó, porque es exactamente la misma reacción que tenían las mujeres de aquellos tiempos, como cuando Pedro Infante le canta a Miroslava, pegadito al oido, la canción que dice: “Cantarle yo a los vientos, mi grito prisionero, porque no puedo más. Te quiero, sí, te quiero y sobre el mundo entero, tú para mí serás. Tengo ganas de gritar ¡te quiero! Este amor no puedo más callar!”

Pero hay de temas a temas y para mí que las palabras abiertamente obscenas y cacofónicas nunca podrán llevar la carga de romanticismo que desafortunadamente, se ha perdido para siempre.

Ni hablar, los amantes a la antigua somos una especie en peligro de extinción, y con ello, nuestras queridas canciones lejanas.

Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía del Carpintero de Guamúchil: “Pequeña pasión cardíaca, poseo incitación de un ósculo.)”(Amorcito corazón, yo tengo tentación de un beso).

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