Al Vuelo/ Por Pegaso

Opinión

Números

Cada vez me convenzo más claro y contundente que la fórmula infalible para hacer billetes en Internet, haciéndose viral, es subiendo la estupidez más grande que se nos ocurra.

Véanlo todos los días, a toda hora, en su celular, en su computadora, en su smartwatch, en Facebook, en Tik Tok, en Instagram…

Vamos para atrás, como los cangrejos, y eso parece que a la gran, inmensa mayoría de los internautas les fascina, porque no dejan de verlo, darle likes y seguir a tanto charlatán que con mala o buena voluntad pretende vendernos cuentecitas de vidrios como si fueran diamantes finamente tallados.

Vamos al punto.

En los últimos meses se han hecho virales unos videos en Tik Tok donde supuestamente un tipo llamado Grigori Grabovoi, “científico, matemático y físico ruso” desarrolló mediante la clarividencia la capacidad de ver números en todo lo que lo rodeaba.

Algo así como lo que pasaba en la película Mente Brillante (A Beautiful Mind, estrenada en 2001. Director: Ron Howard. Protagonistas: Russel Crowe, Ed Harris, Jennifer Connelly y Christopher Plumber), donde el protagonista, un físico y matemático llamado John Forbes Nash, se imagina ver números y figuras abstractas en todas partes.

Pero, según Grigori, gracias a la concentración y clarividencia, le llegan a la mente códigos y secuencias numéricas que sirven para arreglar todos los problemas que uno tiene en la vida, por ejemplo, con el 8888 teníamos la protección divina, con el 1814321, la salud perfecta, con el 71427321893, la abundancia, con el 1888948, el cambiar la mente negativa a positiva.

Hasta donde se sabe, no por repetir un número o palabra como perico nos vamos a componer de una enfermedad, porque desgraciadamente los procesos biológicos no funcionan de esa manera.

Suena mucho a los mantras que se usan en La India y otros países orientales que, ciertamente, ayudan a tranquilizarse, pero no pueden corregir enfermedades graves.

Por otro lado, hay una tradición numerológica entre algunos grupos religiosos fundamentalistas del oriente medio, como los esenios, formulada en La Cábala.

Pero de igual manera, el hecho de que todo tenga medidas y responda a patrones matemáticos, no significa que con eso ya podamos tener la vida que deseamos. Si así fuera, todo mundo sería dichoso y no habría dolor ni sufrimiento en ningún lado.

Pero volviendo al dichoso doctor Grabovoi, resulta que se trataba de un conocido charlatán, autor de un libro llamado “Números que curan”.

“Un método para mejorar y recuperar la salud por medio de la concentración en series numéricas. Números que curan recopila unas mil enfermedades y, a cada una, se le asigna un número de 7, 8 o 9 cifras. Mientras usted se centra en una de estas secuencias numéricas empieza la curación. ¿Cómo un acto tan simple puede ser tan efectivo? La enfermedad es una desviación por parte del organismo y la curación supone el retorno a lo natural. Los números generan vibraciones que pueden ayudar al cuerpo a emprender el camino de la salud”,-dice el citado libro, que cuesta 14.95 euros en España y 299 pesos en México.

¡Híjole! Tengo un SIDA que me está matando. Pues me voy a la página 156 del libro de Grabovoi, me pongo a recitar el número que viene ahí y ¡ya estoy curado!

¡Que mi abuelita tiene un cáncer terminal y está sufriendo un chingo! Me voy a la página 56 del libro, la pongo a que diga en voz alta el número que ahí dice, y ya para la tarde la tendremos saltando cuerda con las nietas.

¡Joder! Tengo graves problemas financieros, mi empresa quebró, mi mujer me dejó por otro y debo hasta el papel del baño. ¡Ahhh! Me voy a la página 279 del libro de Grabovoi, me pongo a decir los números que vienen ahí y ya quedó todo resuelto.

¿Ven qué fácil?

Por cierto, Grabovoi fundó una secta religiosa que se llamaba “Iglesia Universal para la Enseñanza de la Salvación y el Desarrollo Armonioso”. Fue acusado de propiciar una masacre en una escuela y fue condenado a 11 años de prisión, siendo liberado en el 2010.

Los dejo con el refrán estilo Pegaso que dice lo siguiente: “Abstente de arrojarte como el felino al tejido hepático”. (No te vayas como gato al bofe).

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