Picorete
¿Y qué si el Cabecita de Algodón le dio un picorete de sacacorchos a una correteable chamacona durante un evento en Baja California?
Está en su derecho. Es más. Yo le recomendaría que de aquí en adelante, haga valer el derecho de pernada.
El derecho de pernada era una prerrogativa, prebenda, legalidad, tasa o arancel que cobraban los señores feudales y tiranos durante la Edad Media y todavía un poquito más acá.
En el hecho que fue difundido en redes sociales, se ve como la guapetona mujer se sonríe con el viejón, éste se acerca, la agarra de los cachetitos y le planta tremendo beso de lengüita.
Después ella pide que le tomen una foto con el Pejidente muy sonriente y quitada de la pena.
Darle un beso a un extraño en la boca no es algo detestable, si ese alguien es atractivo o atractiva. Ya quisiera yo ver que ALMO haga lo mismo con las señoras fodongas, gordinflonas y cachetonas que van a los mítines en chanclas, con tubos, sin bañarse o lavarse la boca.
¡Eso sí me hubiera extrañado!
En el mundo de la farándula, este tipo de hechos es más frecuente de lo que todos creen.
Hay que recordar el caso de Chente “Manos Largas”, más conocido como Vicente Fernández, quien antes de morir fue captado en un video cuando le agarraba las bubis a una jovencita de buen ver y mejor tocar.
¿Y qué decir del chimengüenchón de Lalo Mora?
Don Lalo Mora, un viejón que le anda pegando casi a los setenta años, cada que terminaba una actuación, se iba a su traila y hacía una fila de guapas señoritas para que cada una fuera pasando, le diera su beso de lengüita y terminaba dándoles su nalgadita. Cariñosamente, eso sí.
Ya lo decía el siempre imitado, pero jamás igualado Donald Trompas: “Cuando eres famoso las mujeres te dejan hacerles cualquier cosa. Agarrarlas por el coño. Lo que sea”.
Por esos y otros muchos motivos, no debe preocupar para nada que la imagen presidencial se vea envuelta en una polémica más.
Un beso no es nada. Díganselo a doña Beatriz Gutiérrez, esposa del interfeito.
A ella también debió caerle en gracia el inocente y casto beso que su marido le estampó en la boca a la guapérrima mujer.
El hecho, por insignificante que haya sido, provocó un inmediato revuelo en las redes sociales.
Los chairos aseguran que fue un tierno y dulce gesto de aprecio hacia una ciudadana quien, agradecida, respondió a la caricia como si de su abuelito se tratara, y luego pidió la foto con el Pejidente para demostrar su aprobación.
Por el lado contrario, los fifís, neoliberales, periodistas chayoteros y aspiracionistas vieron con asco y repudio cómo un vejete carcamán invadió el espacio privado de la linda chica, sin su consentimiento, y asumiendo que no habría consecuencias, procedió a disfrutar con fruición de la cálida y húmeda esencia de aquella tan deleitosa boca.
A Lalo Mora le tundieron en las redes sociales, e igualmente pasó con Chente “Manos Largas”, quien hasta su piñata Ramírez tuvo.
En fin. Son cosas de la Cuarta Transtornación. Son cosas de los tiempos de cambio que estamos viviendo, y como dijo Don Quijote a Sancho Panza: “Eventos testificaredes, Sancho”. (Cosas veredes, Sancho).