TRIBUNA

Opinión

Capital político no equivale a «político» con capital.

El capital político se edifica en la historia de cada persona.

Hay elementos del capital político con los que se nace, no se hacen. El carisma, la habilidad de interacción social.

Claro que se pueden aprender, pero no en todos los actores prende la chispa.

El entorno en el que nace, crece y se desarrolla el individuo, también cuentan.

Los hijos de los buenos políticos, como los hijos de los artistas, aprenden por imitación y se les facilita porque el entorno les favorece.

Sin embargo, cuando no hay la materia prima principal, el oficio, la voz o la actuación, el apellido no alcanza.

La formación académica, también contribuye. Las licenciaturas humanistas, de mucha interacción con la sociedad, dan sensibilidad, afianzan y profundizan el interés por el bienestar del prójimo.

Los liderazgos que se dan en las etapas estudiantiles, llegan a consolidarse y dan también agallas y visión para continuar en entornos más amplios en la sociedad.

Las primeras experiencias laborales y el medio en el que se dan, inciden también.

Las habilidades comunicacionales y el conocimiento sólido de la ciencia allanan el camino.

Saber trabajar en equipo es fundamental.

Y poner todas esas fortalezas al servicio de la comunidad es quizá el elemento fundamental en la construcción del capital político.

Y se multiplica con la labor de gestoría social.

Cuando se tiene alguna responsabilidad de elección popular básica como una Regiduría o bien una tarea en el sector público, desde el más modesto escritorio o jefatura de departamento, se trabaja por y para servir al prójimo y servir bien.

No se puede, por tanto, comprar el capital político, así se tenga mucho capital financiero.

Cuando ello ha ocurrido ( compra de candidaturas) se han convertido en grandes decepciones y la comunidad ha perdido.

Tampoco se puede e fabricar de la noche a la mañana. Ni en un mes, dos meses, un semestre o un año.

Es una historia de vida de cada persona y sus habilidades natas y aprendidas en los primeros 20 o 30 años.

Se funda más en hechos que los dichos. Sobre todo cuando los dichos son vanos, falsos, inventos.

Cuando el dicho acompaña a los hechos, tiene efecto multiplicador. pues se valida o confirma el valor del capital político.

Pero el capital político también se puede perder. Cuando se pierde la escancia del servir a otros. O cuando se contamina con causas extrañas o grupos de poder equivocados.

Una herramienta de moda en la era de las nuevas tecnologías de la información para intentar fabricar «capital político» son las «encuestas patito».

Los charlatanes de las «estudios demoscópicos» (encuestas) se dedican a hacer «trajes a la medida» de quienes las contratan. Siempre los ubican como la mejor alternativa.

Otros más experimentados en las manías de los «trucos» buscan sorprender adjudicando supuestos estudios a firmas serias de Casas Encuestadoras.

Pero cuando estas se enteras del robo de sus nombres, se desmarcan y dejan en evidencia a los «listos» de las «fábricas de imagen».

El más reciente caso se acaba de dar en la capital cueruda, Cd. Victoria, onde la firma De las Heras (María), rechaza ser la autora del supuesto estudio prematuro realizado aquí sobre preferencias electorales.

Obvio que si los partidos ni siquiera han tenido sus procesos internos de registro de aspirantes y mucho menos definición de candidatos, de origen cualquier estudio así tiene un sesgo e interés particular.

Mal, muy mal parados quedan los favorecidos por esa «encuesta patito» y la falsificación de una firma seria.

Léase Oscar Almaraz Smer, ex alcalde por el PRI y actual Diputado Federal por el PAN, luego de que se echó a los brazos de los hermanos García de Reynosa.

Y el Diputado Local de Morena José Antonio Braña Mojica, a quien le ha quedado grande el primer apellido e intenta sacar jugo al segundo, obvio por los caminos equivocados.

Buen viernes y mejor fin de semana.

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