Miss
Ya las cosas no son lo que parecen.
Prueba de ello es el famoso concurso internacional Miss Universo.
En su más reciente edición participaron dos hombres. Dos hombres trans. O sea, dos tipos que se hicieron la operación jarocha, se colocaron implantes y se suplementaron con hormonas para convertir su cuerpo en el de una mujer.
Y es que recientemente ha trascendido que la empresaria de origen tailandés, Anne Jakrajutatip, adquirió todos los derechos del concurso internacional de belleza femenina en octubre del 2022 por 20 millones de dólares, y ha introducido algunos cambios importantes para privilegiar la inclusión.
Por ejemplo, ya se permite la participación de hombres trans, o sea, que han cambiado de sexo masculino a femenino. Rikkie Kollé, de los Países Bajos y Marina Machete, de Portugal, estuvieron en la última edición de Miss Universo, codeándose con las mujeres-mujeres más hermosas del mundo.
Y lo que causó sorpresa. También se admitió a una gordibuena, también llamadas “curvys” por sus rotundas y ebúrneas formas.
¿Qué falta por ver?
Si la Jakrajutatip, que también trae machete, me pidiera asesoría, yo le diría que ya entrados en gastos, y esgrimiendo la bandera de la inclusión, permitiera la participación de todos, todas y todes las personas, de todos tipos, tamaños y sabores en las siguientes ediciones de Miss Universo.
Pronto veríamos, por ejemplo, a una viejita de 80 años caminar por la pasarela, a hombres de pelo en pecho, a jorobados y jorobadas, a minusválidos en sillas de ruedas y a todo aquel que se le antoje hacer el ridículo en vivo y en directo a nivel mundial.
Ahora que, si quisiera conservar el espíritu de lo que fue y debe seguir siendo ese certamen, le propondría que se respeten las reglas originales. Es decir, que las participantes sean solo las MUJERES más bellas que representen a cada país del mundo, para lo cual, en cada uno de ellos deberá realizarse una selección minuciosa y profesional, tomando en cuenta el estándar de medidas y los cánones de belleza establecidos.
Y que si quieren que participen hombres trans, ¡pues que hagan un concurso exclusivo de hombres trans! Por ejemplo, un Miss Universo Gay, o un Miss Universo Gordis.
Así se daría gusto a cada parte de la población sin violar el tema de la inclusión y la igualdad.
Pero como no me va a hacer caso, me atrevo a pensar que esa nueva forma de “buscar” a la mujer más bella del planeta ya no será la mejor ni la más adecuada.
Si bien Miss Universo a mí, en lo personal, me pareció siempre un evento machista y sexista, no tiene por qué contaminarse con conceptos de moda, como la inclusión.
Pienso que algo así nunca debió haber existido, porque fue producto del morbo de algún individuo calenturiento que quería ver en traje de baño a las más bellas mujeres, lo que redundó en un negocio multimillonario porque, la verdad, es que miles de millones de hombres comparten esa fijación por ver a las curvilíneas chicas contoneándose en público, sin dejar nada a la imaginación. Y ellas, por su tremenda vanidad, se prestan a seguir el juego lujurioso del exhibicionismo.
Por lo pronto, en México, como somos un país muy inclusivo, ya nos debemos estar preparando para el Miss Universo 2024. Podrían entrar a la etapa de selección nacional, por ejemplo, Piedrito Sola, Daniel Ponzoño, Alejando Frenández y otros integrantes de la comunidad LGBT+ que andan por ahí, desbalagados en el ambiente del espectáculo y la política.
Los dejo con el refrán estilo Pegaso: “¡Procedan a eliminar mi aliento vital, puesto que perezco!” (¡Mátenme, porque me muero!)