Por Oscar Díaz Salazar
Dicen que cuando se pelean las comadres, surgen las verdades, y también salen a la luz pública en tiempos de elecciones.
Así pasa con la historia de un personaje del sur del Estado, sedicente doctor, que exige sonreír a sus colaboradores, so pena de mandarlos a las filas de atrás, al que le están recordando sus andanzas juveniles.
El político cuatrotero del que hoy les platico, fue directivo de una institución bancaria en sus años mozos, y fue corrido por desplumar al águila de serfin despojándola de una fuerte suma.
El negocio que con ingenio fue “armando” el ahora servidor público municipal, consistió en autorizar un crédito a un consanguineo, que no era sujeto de crédito, por padecer de sus facultades mentales, para ser más preciso: porque tenía parálisis cerebral.
El dinero que le fue prestado al hermano del gerente bancario, que en realidad se agenció el gerente tracalero, nunca fue recuperado por el Banco.
Al descubrirse el atraco, el directivo transa fue corrido del trabajo, dando por terminada su carrera en esa que fue su única chamba en la iniciativa privada. A partir de ese “incidente”, el tracalero decidió probar suerte en la política, ahí donde su padre había hecho fama y fortuna.
El expediente completo ya está listo para salir a la luz pública, en el cada vez más remoto e improbable caso de que se le permita buscar la reelección.