Por: Javier Terrazas
Hace algunos años un líder campesino del sur del vecino estado de Nuevo León llegó como Delegado del Comité Ejecutivo Nacional de la Confederación Nacional Campesina a Tamaulipas.
Era un año electoral como el presente, en los tiempos que el Partido Revolucionario Institucional era el instituto gobernante, por lo que seleccionar a los candidatos a las alcaldías y diputaciones era complicado.
A la CNC, uno de los sectores de ese partido político, le correspondía hacer la tarea para definir los abanderados a los municipios rurales, que son cerca de treinta en la entidad.
Por lo tanto, había mucho trabajo que realizar en buena parte del territorio estatal.
Tamaulipas, sus regiones y la idiosincrasia de la población rural no le eran ajenos por la vecindad con Nuevo León.
El había sido dirigente estatal de la CNC en su entidad, de tal forma que tenía experiencia, sensibilidad y oficio político.
El reto era seleccionar a uno de los mejores cuadros, sin que el resto se sintieran lastimados para lo cual se requería mucho diálogo, negociaciones y acuerdos.
Sugería conocer en cada uno de los municipios a los actores principales, los grupos, los pesos y contrapesos de cada uno.
Al conocer la nomenclatura política de cada zona, desglosado por familias, como se entrelazaban éstas y la interacción en la comunidad, se simplificaban un poco las decisiones.
Y comparaba su misión con la de un compadre suyo dedicado a la elaboración de chorizo.
«Tienes que juntar muy bien todos los ingredientes, que no falte ninguno. Y lo principal, amarrar muy bien abajo, en medio y arriba, porque de lo contrario se te cae todo».
Lo más relevante, insiste son los amarres. También en la política campirana.
Y aplica para todas las decisiones partidistas, de moda en estos días porque los institutos políticos tamaulipecos están inmersos en los procesos de selección de precandidatos a las 43 alcaldías, 22 diputaciones locales de mayoría, 8 diputaciones federales y 2 senadurías.
Para todos los partidos políticos o alianzas es aplicable el consejo campirano.
En particular para MORENA, que es el partido en el ejercicio del poder político en la entidad y en el país.
Es el «Nuevo PRI», al que siguen las masas y por tanto están más disputadas las candidaturas o precandidaturas.
Si los morenistas que presuntamente dirige Yuriria Iturbe Vázquez, quieren salir airosos en la contienda del 2 de julio, deben hacer bien sus amarres.
Pues pareciera que en la elaboración de su producto ( precandidaturas) no están colocando todos los ingredientes o elementos de la receta.
Ni tienen a los mejores amarradores, así que si no corrigen a tiempo, se les puede caer todo el producto hasta el suelo.
No deben perder de vista que la candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum debe fortalecerse principalmente con buenos candidatos a las 43 alcaldías, las 22 Diputaciones Locales, las 8 Diputaciones Federales y las 2 Senadurías.
Pues la abanderada no trae la fuerza ni tendrá el impacto que tuvo en 2018 Andrés Manuel López Obrador, que fue garante para que triunfaran senadores, diputados federales, diputados locales y alcaldes.
Ahora será al revés, los votos deben cosecharse desde abajo, para influir y sumarle a la candidatura presidencial.
Por tanto, lo más recomendable es tratar de construir consensos por la vía de la negociación con todas y todos los grupos, los aspirantes y lo que representan.
No aplican, ni la descalificación, ni la ofensa, ni la persecución, ni el menosprecio de los capitales políticos grandes, medianos o pequeños, por ahora desplazados a través de la improvisación o precandidaturas «al vapor».
Y pareciera que eso se replica en el PAN y hasta en el PRI, aún con sus problemas de mala imagen por las pésimas actuaciones recientes en el ejercicio de los gobiernos en los dos sexenios más recientes.
Pronto veremos que partidos o alianzas hicieron mejor la tarea.
Quiénes pusieron todos los ingredientes.
E hicieron los amarres correctos.
Tendrán su impacto en las urnas el 2 de junio.
Sin duda.