CUADRANTE POLITICO/ POR FERNANDO ACUÑA PIÑEIRO

Opinión

Hoy festejamos los 200 años de nuestro muy querido estado de Tamaulipas. El gobernador Américo Villarreal Anaya, difundió un interesante documental sobre el bicentenario tamaulipeco, que coincide en tiempo y memoria con la creación de la naciente república mexicana.

Y entramos de forma tan contundente en la historia independiente, que aquí fue fusilado Agustín de Iturbide y sus tentaciones imperiales.

Como ya lo he explicado en algunas columnas anteriores, Tamaulipas llegó varios siglos después a la historia novohispana, fuimos el último bastión de la frontera norteña, entre Mesoamérica y Aridoamérica, en caer ante los colonizadores.

Por eso, el nombre del Primer Presidente de México, Guadalupe Victoria, empata cronológicamente con el acta de nacimiento de Tamaulipas en 1824. Llegamos a la historia cuando ya había un país, en proceso de independencia en marcha.

Pero como dice la palabra de Jesús en la Biblia, los postreros serán los primeros. Y aquí estamos, con nuestra democracia ciudadana, nuestros sueños de desarrollo económico y cultural, nuestro trabajo diario.

A continuación narramos parte de lo que significamos histórica, cultural y políticamente:

Es de una importancia medular, e imprescindible, mencionar el nombre del primer constituyente tamaulipeco de 1824, don Pedro Paredes y Serna, abogado egresado, según la memoria escrita, del colegio de San Ildefonso.

Se sabe que la familia de Paredes tenía fuerte arraigo en el nuevo Santander. Fue este personaje quien defendió vehementemente la creación del estado de Tamaulipas, ante los intentos de figuras como Fray Servando Teresa de Mier y Miguel Ramos Arizpe, por anexarnos a Nuevo León. También abogó por la creación de una aduana marítima en el puerto de Tampico.

Fue alcalde de la villa Presas del Rey, hoy municipio de Aldama en 1822. Dicho cargo obedeció a su experiencia política, como representante del Nuevo Santander en la diputación de las provincias internas de oriente. Estas últimas eran una especie de Congreso regional, con sede en Monterrey, y en la cual estaban representados los estados de Nuevo León Coahuila, Nuevo Santander y Texas.

Pero los atributos de Paredes, no eran solamente políticos o legislativos.

Era también un próspero empresario de su tiempo, acaudalado propietario de la hacienda Santa María de la Corona. Por eso tenía suficientes recursos para moverse y andar en la grilla de aquella etapa crucial para el país, justo en 1824, donde nace Tamaulipas a la par de la nueva república independiente.

En mi calidad como periodista tamaulipeco, me interesa mucho resaltar que en la creación de nuestro estado norestense, jugaron un papel muy importante , los grupos indígenas que poblaban nuestro territorio, a los cuales debemos de otorgarles la relevancia histórica que tuvieron.

A este respecto cito aquí a la investigadora Cecilia Sheridan, misma que hace énfasis en la resistencia indígena, como parte del proceso, donde se crean los grandes latifundios del norte virreynal. Estos grupos originarios no fueron simples espectadores, sino más bien agentes que incidieron en el proceso de transformación.

Para algunos investigadores, las etnias no tenían otra opción que ser esclavos o exterminados.

Algunas de las resistencias más memorables se dieron en lugares tamaulipecos como el Tamaulipa Oriental, actualmente sierra de Tamaulipas, y Tamaulipas la Nueva, (Sierra de San Carlos), en las faldas de a sierra madre oriental y los valles formados en sus planicies. Eran conocidos por los nombres de “Valle del Cerrito del Aire”, “Valle de San José” y “Valle de las Rusias”, ¿Llera?.

Lo que se dio aquí, en ese tiempo, fue una política colonial de sometimiento y reducción.

Tal vez por ello, la respuesta indígena también fue del mismo calibre. De acuerdo a los investigadores, de 1780 a 1796, la resistencia de las etnias se volvió más enconada.

Un rasgo importante en la colonización del Nuevo Santander, (Nuestro Tamaulipas), es que la estrategia militar usada por José de Escandón, contra nuestros antepasados indígenas, respondía a las nuevas políticas borbónicas, donde ya no se buscaba cristianizarlos. Lo que se privilegiaba era la explotación vil como premisa, y los que se oponían deberían ser apresados o exterminados.

Entre los capitanes indios que más se mencionan en la resistencia , figuran nombres como Santiago y Pedro Chivato. Fueron secundados por otros lideres como Pantaleón, Manuel Viejo y Benito, entre otros.

Cabe mencionar que, antes como ahora, las grandes riquezas naturales de Tamaulipas, (montañas, ríos, lagunas, salinas y fértiles valles), despertaron la admiración del colonizador Escandón y sus militares, mismos que catalogaron a nuestro territorio, como “un paraíso”.

Ya desde inicios del siglo XIX, describían a Tamaulipas, en cinco regiones: Llanura Norteña, Laguna Madre, Región Serrana, Huasteca y Valle de Tula.

Hoy, el gobierno humanista de Américo Villarreal Anaya ofrece un recuento histórico, geográfico y cultural de nuestro estado de Tamaulipas. El mensaje central es la articulación del ser tamaulipeco, el sentido de pertenencia y la memoria viva de saber de donde venimos y quienes somos. El sentirnos orgullosos de ser tamaulipecos, nacidos en esa bella tierra.

Pero también, al mismo tiempo sentar un precedente del amor por nuestros recursos, protegerlos y cuidarlos. Y no de utilizar el poder político para adueñarse de sus riquezas, como lo hicieron los cabecistas del pasado inmediato.

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