Fernando Campos Martínez es un activista social que bien le entiende al juego de la política.
Y sé, de buena fuente, que esta semana reanudará sus actividades de apoyo a los más necesitados que pueblan el municipio de Victoria.
En las últimas semanas ha recibido invitaciones para ser candidato a la alcaldía, por parte de al menos tres partidos políticos, pero hasta el momento no ha decidido su participación en este proceso.
Aquí en Ciudad Victoria, la clase política local ve con buenos ojos a Fernando, quien guarda buena relación con militantes de todos los partidos, incluyendo a Movimiento Regeneración Nacional (morena), pues convencido está de la viabilidad que tiene la cuarta transformación para sacar al país del bache en que fue hundido por regímenes anteriores.
Como crítico del sistema, Campos Martínez ha sido incisivo, como respetuoso, lo que confirma que su crítica ha sido constructiva porque va orientada a señalar lo que debe atenderse en lo inmediato para que la administración pública llegue a un buen puerto.
Incluso, sé, que esta misma semana tendrá varias actividades en distintas colonias para llevar apoyos.
¿Y cuándo resolverá si participa o no en el proceso electoral?
Inconsistencia
La mescolanza partidista que sigue armándose en los procesos electorales federal y estatales, confirma la ausencia de principios ideológicos y valores políticos. Sobre todo, cuando en el escenario aparecen coaligados partidos diametralmente distintos –como Acción Nacional (PAN), de ultraderecha; el de la Revolución Democrática (PRD), aparentemente de izquierda; y el PRI (Revolucionario Institucional), que se supone es centralista–, para tratar de impedir que Movimiento Regeneración Nacional (morena) siga controlando, con sus aliados (PT y PVEM), el Palacio Legislativo de San Lázaro; y gane los 32 congresos locales y los más de dos mil ayuntamientos, juntas municipales y alcaldías.
Bajo este entendido, de nada valieron los juramentos y/o compromisos que los ahora aspirantes a cargos de elección hicieron al causar alta (como militantes) en las nomenclaturas, pues los mueve sólo un interés: Arribar al poder por el poder mismo.
Y por ello aceptan la promiscuidad político-partidista-ideológica. Según ellos, por ser ésta la fórmula más habilidosa para concretar sus objetivos.
¿Pero las bases estructurales y el conglomerado ciudadano (que es la mayoría de votantes) dónde quedan?
Simple y llanamente, les valen un sorbete.
Sin embargo, esta desatención de los aliancistas es capitalizado por el gobierno federal –mediante programas con los que acrecienta su clientela electoral–, que anima la coalición morena-PVEM-PT.
En principio, hay un acuerdo entre el PAN PRI y PRD para involucrar a otros partidos de reciente creación, grupos sociales, asociaciones civiles de empresarios e industriales, pero no han obtenido respuesta positiva.
Lo único cierto es que los tres membretes acordaron ‘jugar coaligados’ en más de 250 distritos electorales federales (de 300),
Alianzas
No es ésta la primera ocasión en que se revuelve al agua con el aceite.
Las coaliciones más recientes en los procesos electorales intermedios (obviamente federales), datan, en:
+ 2003, cuando se registró la ‘Alianza para todos’ (PRI-PVEM) en 97 distritos. (Régimen presidencial de Vicente Fox Quesada);
+ En 2009, la ‘Coalición salvemos a México’ (PRD-PT-Convergencia) y la ‘Coalición primero México’ (PRI-PVEM), en 63 distritos. (El primer trienio de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa);
+ En 2015, cuando Enrique Peña Nieto despachaba en ‘Los Pinos’, no hubo coaliciones;
+ En 2018, para impulsar la candidatura de Andrés Manuel López Obrador cobijado por la alianza ‘Juntos haremos historia’; y
+ 2021, hubo dos sociedades políticas ocasionales. Una entre el PAN, PRI y PRD; y la otra integrada por morena, PT y PVEM.
Movimiento Ciudadano (MC) jugó solo en ese proceso federal.
Diversidad ideológica
En 1991, fue la primera ocasión que el PAN se fundió con el PRD, en San Luis Potosí, en un proceso local; y su primer triunfo conjunto fue en Nayarit en 1999.
De entonces a la fecha se han aliado en varios estados, como en nivel federal.
Una mezcla nunca estimada por los eruditos de la ciencia política.
Pero inventada por la codicia del poder, soslayando a todo ciudadano.
Significa, entonces, que las candidaturas a diputados federales serían, hoy como siempre, al gusto de los grupos que mandan en los partidos.
Líneas arriba, sólo refiero procesos federales intermedios.
Ahí, Usted, saque conclusiones.
Correo: jusam_gg@hotmail.com