Por Oscar Díaz Salazar
Con la llegada de Eugenio Hernández Flores a la Casa de gobierno, se marca un quiebre en la historia política de Tamaulipas, pues el favorito de Tomas Yarrington, no era un individuo dedicado a la política o la administración pública, como todos sus antecesores de la época moderna, el Geño era un «contratista» de obra civil, hijo de un político de «media tabla», y subrayo lo de contratista, porque es la categoría empresarial vinculada orgánicamente al gobierno, la más dependiente de los factores políticos.
Antes del encuentro con su patrocinador, antes de que se dijera e hiciera famosa la expresión del matamorense, para describirlo como «la cosa más hermosa que he visto en mi vida», (de acuerdo a las historias del dominio popular), el Geño de Oro se dedicaba a los negocios, a la construcción, a los contratos. Su visión del gobierno era la de un sitio para hacer dinero, visión que no cambió cuando Yarrington lo llevó a la presidencia de la CMIC, a la diputación federal, de ahí a la presidencia municipal de Victoria y luego a su Casa… Por seis años, donde lo dejó cómodamente instalado… Me refiero a la Casa de gobierno.
Al terminar su sexenio, Geño siguió haciendo negocios. En diversas entidades federativas tenía colocados a sus ayudantes en calidad de Delegados federales de oficinas en donde había negocios, obra pública, proveeduria. San Luis Potosí (SCT y SEMARNAT) y Quintana Roo, son dos ejemplos harto conocidos por los interesados en la política, que han seguido la trayectoria del Geño.
Aquí mismo en Tamaulipas, la clicka del Geño tuvo el manejo transexenal de dependencias como la Delegación de SCT, del IMSS, y las Administraciones Portuarias Integrales. El Boby, el Coche, el Doctor Manzur, Manuel Muñoz, sus sobrinos y cuñados, han estado vigentes haciendo negocios y ocupando espacios en la administración pública.
Creo que es oportuno este recordatorio, sobre todo para el actual gobernador y su equipo, al que «inevitablemente» intentarán relegar los geñistas. Les van a disputar los espacios, las candidaturas, las delegaciones federales, las dirigencias partidistas, los negocios.
Está en la naturaleza del Geño de Oro, hacer negocios en la política y con los políticos. Está un su ADN ensanchar su área de influencia, su poder, su presencia. Prueba de esto es la rapidez con la que pasó del encierro, a la posibilidad de ser candidato del Partido Verde, uno de los que integran la coalición gobernante .
Se equivocan, porque lo miden mal, aquellos que piensan que Geño sólo pretende reivindicarse ante los tamaulipecos, que solo busca borrar la imagen de delincuente y el estatus de presidiario, o los que creen que busca fuero para protegerse de la extradición para entregarlo a los gringos, que desde hace tiempo reclaman su presencia. Geño va por todo.
La única ventaja de la candidatura de Eugenio Hernández, para el grupo gobernante actual, es que no hay reelección para el caso de los gobernadores… Pero seguro estoy que, si lo dejan, el Geño buscará hacer efectivo el dedazo, que en su primer intento no llegó a feliz término, antes al contrario, tuvo un final muy triste y amargo con el asesinato del doctor Rodolfo Torre.