La Comuna
Por: José Ángel Solorio Martínez
Los grandes perdedores en la contienda electoral del 2024 en Tamaulipas, son el PRD y el PRI. Los aniquiló, la compañía del derechista, PAN. No se vislumbra, un solo candidato con potencia –ni a alcalde ni a diputado– en toda la región, de esa dupla que en el pasado fue referencia en el escenario electoral de la entidad.
El sol azteca, no es ni la sombra de lo que fue.
El PRI, sigue en su descenso en picada.
Tanto han caído en las referencias ciudadanas, que si van solos a campo abierto pueden enfrentar la pérdida de su acreditación.
Desde hace años, operan como empleados –no aliados, ni coaligados– de la pandilla panista encabezada por los hermanos Cabeza de Vaca. Firmaron convenios políticos, bajo estipendio; signaron pactos leoninos que únicamente beneficiaron a los fraternos reynosenses y se humillaron como servidumbre.
La diletante compañía de un PAN en el gobierno, generó tanto confort al PRI y al PRD –y a sus favorecidos dirigentes– que se tiraron en la hamaca y se olvidaron de construir proyectos partidistas para ampliar sus militancias. Se conformaron con una o dos diputaciones locales, alguna decena de regidurías, para sus respectivas burocracias en tanto la estructura social que en el pasado les dio tantas satisfacciones, se endurecía por la parálisis.
Hoy el PRD, es un cadáver.
La ola amarilla, que llegó a gobernar municipios tan importantes como Río Bravo y Madero, es menos que un partido; es apenas una secta de insepultos activistas, que no volverán a posiciones de poder relevantes.
Y lo peor: ante esas expectativas seguramente se verán escurrimientos de grupos perredistas a otras opciones con mayores posibilidades de triunfo.
En esta elección el sol azteca, va solo. Al perecer, el PAN, considera que no aporta mucho a la coalición en el estado, lo que lleva a inferir que se considera muy alto el pago para lo que representa política y electoralmente.
Y probablemente, los azules tengan razón: ni en el escenario más fantástico, el PRD, lograría el decente tres por ciento que se requiere para mantener la existencia legal en el estado.
Los dirigentes amarillos, no comprendieron que las coaliciones son amistades coyunturales; son convivencias pasajeras. Eso los llevó, a ser rémoras de un PAN que los digirió y los lanzó al caño cuando ya no los ocupó.
¿Acaso, el PRD espera que los Cabeza de Vaca, le cedan sus candidaturas plurinominales?
¿Alguna alianza de la derecha con la izquierda ha sido duradera?
¿Qué izquierda se ha beneficiado como proyecto político-ideológico, caminando de la mano en el teatro electoral con la derecha?
¿Cuál izquierda, ha sobrevivido sin mancha, de una coalición política con la derecha?
El 2024, será el fin del PRD en Tamaulipas.
El PRI, enfrenta similares desafíos que el sol azteca. Con algunos segmentos sociales que aún le tienen aprecio, arrastra el estigma de ir como compañero de viaje de un PAN cada día más antipopular por sus políticas sociales de cuño neoliberal, de sello elitista.
¿Qué priista, se atrevería a salir a la calle a solicitar que se cancelen los apoyos sociales a los adultos mayores, como lo promueve la candidata presidencial Xóchitl Gálvez?
¿Qué dirigente tricolor, puede demandar que se eliminen las becas a estudiantes y a desempleados?
¿Qué candidato del PRI, se animaría a exigir que PEMEX regrese a manos privadas y al control de las transnacionales, como lo ha ofrecido en USA su candidata presidencial?
El tricolor, es hoy, sólo un negocio de su pútrida burocracia.
A lo mucho, recibirá migajas: dos diputaciones locales.
Penoso fin de un partido, que contribuyó grandemente a delinear nuestro sistema sociopolítico cuyo centro de gravedad, fue el Estado de bienestar.