Por Oscar Díaz Salazar
En la búsqueda de información para ratificar o rectificar la (mala) impresión que tengo de la diputada federal Olga Juliana Elizondo, representante del distrito que forman una parte de Reynosa y la región ribereña, (antes 2 y ahora 7), me puse a googlear a la política que sigue aplicando las medidas de emergencia implementadas durante la pandemia por Covid 19, y lo digo porque sigue laborando (si es que labora) a larga distancia, desde su domicilio familiar en Monterrey, Nuevo León, en el esquema de home office.
La diputada Olga Juliana ha tenido una intensa participación en la Cámara, eso hay que reconocerlo, ha subido en diversas ocasiones a la tribuna y presentado más de una iniciativa… Aunque la mayoría en asuntos irrelevantes, más bien de paja legislativa, del tipo «iniciativa para reformar el inciso c, numeral 4, del artículo 25 transitorio, del reglamento de la ley para la protección de las chochas o flor de la palma, en la región noreste de Tamaulipas».
De esa búsqueda de lo que se dice y escribe sobre la prima del socio de los Carmona, – me refiero a Olga Juliana -, encontré una información que ya conocía, pero me pareció muy ingeniosa la manera como se refirieron a los múltiples cambios de filiación política que ha tenido Olga Juliana Elizondo en la última década, que pasó del PRI, al Partido Encuentro Social (PES), de ahí al PT y últimamente a morena. “El Chapulín de oro” es el mote que le adjudicaron a la regiomontana Olga Juliana y a dos o tres legisladores que, como ella, han mudado repetidamente de partido político.
En otra oportunidad les platicaré que salió por la puerta de atrás del PES, acusada de desviar los fondos millonarios del grupo parlamentario en el que fungió como vicecoordinadora. Y de la misma manera abandonó el PT, pues aunque no tenía acceso al dinero de la fracción, si la acusaron de deslealtad con el grupo y el partido que la cobijó cuando se quedó sin partido, pues el PES había perdido el registro y no era bien vista en morena.
La diputada Olga «Porfiria» Elizondo pretende igualar las hazañas del dictador Díaz, que permaneció treinta años en el cargo. La veremos más seguido en Reynosa pues anda en busca de los votos (el botox ya lo encontró) que le permitan mantenerse otros tres años en su curul. Si lo logra, va a «acompletar» nueve años como diputada federal. Los electores de su distrito, que no son sus vecinos, tienen la oportunidad de ayudarle a mantener su beca, o de cambiarla por otro que por lo menos esté disponible para plantearle un asunto o hacerle un reclamo.