El llanto de los perdedores

Opinión

Opinión pública

Por Felipe Martínez Chávez
Cd. Victoria, Tamaulipas.- Desde ahora yo, el que escribe, le pide y
suplica al IETAM -¿corral vacuno?- que abran un departamento de atención
psicológica para atender a los candidatos perdedores, que van a ser
muchos, y ordenar alejarlos de mecates y cuerdas.
Por lo general quedan traumados y locos, vociferando algunos en contra
del “sistema” por el resto de sus días, o se encierran para no volver a
aparecer en público.
Es muy feo ver llorar a un político, maldecir cuando pierden, saber de su
desesperación al encaminarse a la derrota, o bien si su partido no los tomó
en cuenta por más velas que le encendieron al mismo Demonio.
Hay frases históricas que se recuerdan en el bajo mundo de la política,
pronunciadas con coraje, dolor, sed de venganza pero también lágrimas.
“Gamundi no me hizo candidato porque no me acosté con él”, dijo el
mantense José Luis Castellanos, refiriéndose al entonces Negro presidente
del CDE del PRI (tiempos del geñismo), uno de los mejores “ingenieros
electorales” que ha dado Tamaulipas.
“El Güero” Castellanos estaba herido y, en venganza, decía que el buen
jarocho pertenecía “al otro bando” (lo cual no es delito).
Célebre la frase del entonces alcalde jaibo, Diego Alonso Hinojosa
Aguerrevere, del PAN, cuando a finales de su trienio 1996-1998, no pudo
imponer en la presidencia a su pupilo Sergio Meza López. Los derrotó
Francisco Rábago Castillo.
-El que vota por el PRI es que le gusta comer mierda -gritó frente a los
micrófonos de la prensa el santurrón DAH.
Tres años antes le había ganado a Alvaro Garza Cantú, uno de los más
fuertes pilares del PRI, quien disciplinado se tragó la derrota.
Hay gente que no asimila perder en las urnas, reacciona con violencia
verbal, o “placentera” como la de Alejandro Etienne Llano, en 2019,
entonces diputado local.
-Se siente muy feo ser oposición -dijo, cuando los panistas no le
aprobaban ni una coma de sus iniciativas.
Es un golpe psicológico, algo aterrador para un político saber de
antemano que va a perder, ir a la fría banca después de una larga
campaña, o no ser candidato cuando cree que la tiene en la bolsa. A la
basura se va el esfuerzo, dinero, compromisos y sueños de hacerse o
seguir siendo millonario con lana pública.
El tamaño del miedo a perder se mide por las acciones que cada quien
realiza, o manda hacer para querer estar del lado de la victoria, como es el

caso, nos dicen, de Oscar Almaraz Smer, precandidato del PAN y coaligado
a la alcaldía de Victoria capital.
Invadió medios de comunicación con una encuesta que se antoja
“arreglada” por haber sido levantada por un panista, Luis Antonio García
Lozano, a quien se identifica como “Chabeto”, exdiputado por Nuevo León,
ferviente enemigo de la 4T y lo que huela a pejismo.
Hasta hoy es la única encuestadora que pronostica que Morena puede
perder en la capital ¿creerle?, y se sabe que ha manipulado sondeos en
otras regiones donde el grupo de Claudio X González, su amigo, quiere
ganar.
Es el comienzo. Con seguridad en el futuro vendrán más acciones de
desesperación que los hará caer en la guerra sucia.
Nunca quisiéramos estar en el pellejo de los perdedores (como Almaraz
que ya siente pasos sin haber iniciado campaña), a quienes hemos visto
llorar.
Terrible angustia debió ser la de Valentín Holguera Khors, al perder la
presidencia de Tampico frente a Fernando “El Pich” San Pedro Salem, en
1971, primera vez que el poderoso PRI perdía un municipio.
La historia de derrotas para la familia la repitió su hija Elvia Holguera
Altamirano, VIII distrito electoral federal, al morder el polvo en 2018.
Abelardo Perales Meléndez, candidato del PAN a la presidencia de
Victoria en 1995, derramó lágrimas cuando su compadre Gustavo Cárdenas
no lo pudo hacer su sucesor. En venganza saquearon hasta la morrala que
quedaba en tesorería.
Muy comentada la derrota de Laura Fernández de Alarcón, en Valle
Hermoso, 1983, al caer frente al panista David Blanco Espinoza, primer
presidente municipal celeste en Tamaulipas.
De infarto fue la mordida de polvo de Homar “El Jumento” Zamorano
Ayala en 1995, en Matamoros, dedo chiquito del sombrerudo Manuel
Cavazos Lerma. Les dolió hasta el alma, a ambos (dos), tanto que tres años
después volvió a ser candidato al palacio de la calle Sexta, y lo hicieron
ganar.
Si le hacemos caso a las encuestas previas, en Victoria Almaraz repetirá
las lágrimas de Gustavo y su hijo putativo Abelardo al ser derrotados por
Pascual Ruiz García.
Por lo pronto rogarle a Don Lupito, el Jefe del IETAM, a que cuanto
antes contrate psicólogos para atender gratuitamente a los derrotados. No
queremos ver suicidios después de los registros y elecciones.
Las campañas federales han despertado hasta hoy poco interés. La
dosis de emoción comenzará después del 15 de abril cuando arranque el
proselitismo local. No pocos tienen planeado comenzar a la media noche.

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