Por Oscar Díaz Salazar
Si hay un personaje en esta contienda electoral que se pueda identificar con la izquierda, sin duda ese sería el tamaulipeco Francisco Chavira Martínez. Si hay alguien en esta elección que se pueda definir como progresista, de pensamiento e ideología de izquierda y sobre todo de larga y exclusiva militancia en organizaciones y partidos de izquierda, ese es el oriundo de Mante, residente de Nuevo Laredo, visitante frecuente de Reynosa, viajero frecuente a los los municipios, -más de veinte-, donde tiene presencia su Universidad del Norte de Tamaulipas, ese es Chavira.
Chavira es rector propietario de la Universidad del Norte de Tamaulipas, una institución que siendo «privada», se ha regido con más vocación y compromiso social que la propia Universidad Autónoma de Tamaulipas. El rector Chavira y sus hermanas, son un producto genuino de la cultura del esfuerzo. De su modesta escuela de computación con la que se abrieron paso en Nuevo Laredo, luego de emigrar de Ciudad Mante, han construido una escuela de educación superior con la más amplia cobertura geográfica. Su presencia en muchos municipios, obedece más a un compromiso con la educación de los jóvenes, a una visión social, que a un asunto de lucro y rendimiento económico.
Francisco Chavira fue militante del Partido de la Revolución Democrática (PRD), fue dirigente en Nuevo Laredo, Regidor del Ayuntamiento en la capital del comercio exterior (N.L.), y dirigente estatal del partido. Y no está de más aclarar, que fue perredista en los tiempos en que ahí también estaba el hoy presidente López Obrador.
Un año lo mantuvo encerrado en el Penal de Tamatán, el gobernador Egidio Torre Cantú. A diferencia de otros que fueron políticos presos, Francisco Chavira fue un preso político, y aquí es claro que el orden de los factores y las palabras, si altera el resultado. Su paso por la cárcel enriquece su curriculum como político opositor y de izquierda, y no representa mancha alguna ante los precursores de la lucha por un gobierno al servicio de las mayorías.
Sus críticos le han querido regatear su aportación a la alternancia política en Tamaulipas, que por supuesto cuenta también como lucha por la democracia. En la elección del 2016, en la que Chavira competía como candidato independiente a la gubernatura del Estado, a pocos días de la jornada electoral, Francisco Chavira hace un llamado al «voto útil», una convocatoria a sus simpatizantes para otorgarle su voto al candidato y partido opositor, al candidato panista Francisco García Cabeza de Vaca.
Hasta la elección del 2016, la política en Tamaulipas estaba concentrada en dos grupos: el PRI – gobierno y sus satélites por un lado, y los opositores que querían derrotar al PRI para desmantelar el sistema político – clientelar que arrasaba en las elecciones con su maquinaria electoral antidemocrática, dictatorial y abusiva. Hago este recordatorio porque hoy los priistas que gobiernan disfrazados de morenistas, descalifican a los panistas y cuentan la historia política reciente en términos ideológicos, para justificar y «adecentar» su pasado priista.
Francisco Chavira es hoy candidato a senador de la república por el Partido del Trabajo. Conoce bien el Estado, tal vez lo conoce más y mejor que el candidato que fue gobernador, porque Chavira ha percibido la realidad de los municipios y regiones de Tamaulipas, sin los filtros y las limitaciones de la realidad que le muestran a los gobernantes.
Termino con una expresión que pretende ser un elogio y que estoy seguro así lo entenderá el aludido: ¡Chavira es pueblo!, ¡Chavira es raza!, Aunque hoy sea un empresario exitoso y solvente económicamente, no deja de disfrutar, con sus amigos, él bistec ranchero con tortillas tatemadas de Los Meseros, y la conversación y las birongas bien frías en El Punto Exacto.