Por Rosa Elena González
Andan como perros y gatos, terminaran todos aporreados…
“Parecen perros y gatos, aporreándose por un espacio” decía la abuela cuando veía que los chamacos, entre primos o hermanos se la pasaban peleando por un lugar en la mesa, aunque supieran que todos cabían, querían estar en la silla principal.
Y justo así andan hoy en los partidos políticos, peleándose entre ellos mismos, aunque sean de los mismos, como dijera la abuela, como perros y gatos, y no tuvieran capacidad para dialogar o llegar a acuerdos.
Con la diferencia que los chamacos entendían el regaño, con un manotazo en la mesa inmediatamente se ponían en orden y respetaba el espacio, la casa donde estaban, sabían que entre ellos se debían respetar y cuidar, había disciplina, respeto y lealtad. Se tenían valores que hoy muchos políticos, desconocen.
Pues los desacuerdos políticos en este proceso electoral son de todos colores, pero entre ellos mismos, no tienen orden ni respeto a las siglas, lo peor es que parece andan más preocupados en desgastarse en lugar de armar una buena estrategia para salir fortalecidos a la batalla electoral y ganarle la partida al de enfrente.
El problema es que todo es cuestión de intereses, de ahí que ser vea que panistas pelean con panistas, morenistas vs morenistas, priistas contra priistas y hasta los naranjas, que son menos, ya andan del chongo.
Y es que ya no hay lealtad, ni ideales, es grande la ambición y cada quien ve sus intereses personales. Las deslealtades se dan en todos los partidos políticos,
De ahí que se reitera. Tan devaluada parece estar la lealtad entre los políticos que es una letra de cambio, el valor es casi siempre de acuerdo a intereses, necesidades o ambiciones, en él debe y el haber, los adeudos morales son a la baja, quedan en saldo rojo.
Seguramente esa es la razón por la que escuchamos constantemente, ya sea en broma o con conocimiento de causa, que los perros son más leales o fieles que los políticos, y es que muchos animales conservan el sentido de pertenencia y nunca olvidan quien les trata bien, quien les da de comer, menos la casa donde crecieron.
Situación que no sucede con algunos políticos, constantemente unos olvidan la casa donde crecieron, desconocen a quien les brindo cobijo, y son capaces hasta de morder la mano que les dio de comer durante varios años, y, sino que les pregunten a personajes, sobretodo del PRI, que cuando vieron que ya no hay nada para ellos en su partido corrieron a buscar a buscar abrigo en otros colores y desde ahí quieren acabar con quienes antes llamaban hermanos. Mientras que otros arman su pleito desde las entrañas de su casa.
¿Qué a quien nos referimos? No terminaríamos nunca si enumeramos los personajes a quienes las lealtades no les han presentado y creen que solo pueden hacer referencia a ella cuando les convenga.
Basta echar una miradita y se encontrara con muchos políticos que después de jurar que primero están sus ideologías, de pelear férreamente contra todos queriendo defenderlas de pronto cambian, mientras estén encumbrados o con posibilidades de seguir creciendo dentro de sus institutos políticos se mantienen “leales” pero cundo el viento no sopla a su favor se les olvida la lealtad a su partido y las ideologías que aseguraban tener, rápidamente adquieren las que mejor les convengan.
En fin, la situación es que en este proceso electoral se ven muchos desacuerdos al interior de los partidos políticos, personajes de la misma casa, azules, naranjas, tricolores y guindas, andan como perros y gatos, unos pelean porque les asiste la razón y otros solo por llamar la atención, pero en todos los casos se ve que a los personajes que están inmersos en el desacuerdo les mueve más su interés personal o de grupo que el de la casa que les da cobijo o del bien común.
Sin ideales ni lealtades hoy en todos los partidos políticos se ve que andan como perros y gatos, y lo peor es que, aunque, por así convenir a sus intereses, luego digan que ya arreglaron sus diferencias, la verdad es que terminaran todos aporreados.