Por Pegaso
Cuando los marineros griegos regresaban a sus hogares, luego de varios días de navegar en alta mar, traían consigo experiencias. Experiencias que después se convirtieron en leyendas.
Algunos aseguraban ver monstruos marinos, como el famoso Kraken, o sirenas, con el torso de mujer y la parte inferior de ave.
Llegaban con aquellas fantasías que la pobre gente de esa época, sin Internet, sin televisión, sin redes sociales, se creían a pie juntillas.
Y resulta que a consecuencia de repetir las cosas, pronto las personas empezaron a ver sirenas.
Con el paso del tiempo, la forma de esas criaturas mitológicas fue cambiando, y hoy las vemos en los dibujos como atractivas jóvenes con cola de pez.
Recordemos aquella famosa canción de Rigo Tovar: “Tuvimos un sirenito justo al año de casados, con la cara de angelito pero cola de pescado”.
Las películas de Disney también han hecho eco de esa imagen, la cual vemos también en una de las cartas del juego de la lotería “Clemente Jacques”.
El Efecto Sirena, por llamarlo de alguna forma, ocurre cuando un mito o historia se vuelve del conocimiento público, con una honda impresión en el público que los hace sentir la necesidad de trasladarlo a la vida real.
Las películas producidas en Hollywood se distribuyen en todo el mundo y son fáciles de conseguir porque ya todo mundo tiene Netflix o alguna plataforma de streaming.
Lo más nuevo, la película que causa furor es la de Godzilla y King Kong. Algo épico de ver, porque nos hace sentir pequeñitos en comparación con esos colosales monstruos.
Hace apenas unos días, empezó a hacerse viral un registro del clima, donde se veía cómo una masa oscura de forma ovalada que surgió de la Antártida, crecía rápidamente y se dirigía hacia el norte.
De inmediato empezaron las especulaciones: Que si era Godzilla, que si algún otro titán había emergido del polo sur y se dirigía hacia Europa o Norteamérica. El Efecto Sirena en todo su esplendor.
Pero no acaba ahí la cosa. Eso es solo lo más reciente. Lo que ha ocurrido en las últimas décadas, conforme tenemos acceso a más información mediante las redes sociales, es que cada vez estamos viendo más extraterrestres, más ángeles, más demonios, más fantasmas y más “fallas en la Matrix”.
Es como si alguien estuviera interesado en programarnos.
Hubo una película llamada “Deep Impact” (Impacto Profundo), que trataba del fin del mundo mediante un cometa que iba a impactar la tierra, un Evento Ligado a la Extinción (ELI) y la forma en que se enfrentó, con una nave espacial llevando cargas explosivas.
Ese mismo año apareció una segunda peli con una propuesta muy similar. Se llamó “Armaggedon”.
Y así, parece ser que los largometrajes más publicitados salen en pares, en la poderosa industria de Hollywood, como si quisieran asegurarse que el tema quedará impreso de manera indeleble en nuestro inconsciente.
No soy conspiranoico, pero hay muchas cosas que sacan de onda.
En la película llamada “Downsizing” (Pequeña Gran Vida), se reduce a las personas para que consuman menos recursos naturales, ya que a La Tierra se la está cargando el payaso con tanta contaminación y sobreexplotación.
¿A poco no es una alusión clara a “disminuir” la población mundial con una Tercera Guerra Mundial, como ya está a punto de ocurrir?
A final de cuentas, esa fue la recomendación que el erudito inglés Malthus dio de manera indirecta a los gobiernos mundiales: “La población del mundo se duplica cada 50 años y hay que darle una rasuradita”.
No digo más, porque luego me van a comparar con Jaime Maussán.
Mejor nos quedamos con el refrán estil Pegaso que dice: “Una falacia replicada en un millar de ocasiones se trastoca en certeza”. (Una mentira dicha mil veces se convierte en verdad).
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