José Ángel Solorio Martínez
Una de las virtudes de una buena campaña y de un buen candidato presidencial, es el efecto remolque que impacta en todas las contiendas concurrentes –aquellas que coinciden en un tiempo y en un espacio–, que consiste en apuntalar, apoyar, impulsar las pequeñas y medianas guerras electorales en las localidades y regiones del país. Las anti-virtudes, se pueden englobar en el efecto lastre, en esos espacios geográficos: lastimar, dañar, vulnerar los esfuerzos de candidatos afines en toda hora y todo lugar.
El impacto más a la mano del efecto remolque, lo vivimos los tamaulipecos el año 2000. Postulado por el PAN, el guanajuatense Vicente Fox, generó un ambiente social impresionante a su favor. Gracias a esa energía, muchos candidatos azules en el estado, se durmieron con la certeza de haber perdido y se despertaron con la alegría de haber ganado, tirados en la sala de sus mansiones.
Uno de esos beneficiarios, fue Francisco García Cabeza de Vaca: triunfó en Reynosa, como diputado federal, desde su residencia en Mission, Texas.
De igual manera, el fenómeno remolque se reeditó en tierras tamaulipecas el 2018: AMLO, devastó al PRIAN y llevó al triunfo a sujetos arribistas que jamás en su vida pensaron en ganar y menos en militar en la izquierda.
No habíamos visto el efecto lastre; o al menos no con tanta claridad.
Probablemente, este 2024, lo presenciemos.
Es posible, que estemos frente a él: la visita de la candidata presidencial del PRIAN, Xóchitl Gálvez.
Sólo los militantes muy alucinados, pueden pensar que Miss Gelatinas, aporte a las campañas para las alcaldías, las senadurías y las diputaciones del panismo regional. Sus dichos, han sido del todo desafortunados para un panismo que se esfuerza a diario por remontar a un morenismo que se lo lleva de calle en casi todas las encuestas y casi todos los sondeos en los ayuntamientos y distritos tamaulipecos.
En el sur de la entidad, los azules tampiqueños, maderenses y altamirenses, aquella funesta proclama de desaparecer la refinería de ciudad Madero, explotó en las jubilosas campañas de unos candidatos que iban bien hasta que esa promesa de Xóchitl les reventó en la cara. Es fecha, que todavía no se reponen los panistas de esa garrafal falla.
¿Desean que Gálvez regrese a la zona conurbada del sur tamaulipeco?
No es por intrigar, pero no se ve un solo candidato albiazul que promueva otra visita a esa región.
Ese, es el efecto ancla.
Otra visita de la candidata prianista a Tampico, y podría hundir a su candidata.
En tierras fronterizas, la aspirante presidencial azul, viene con los buenos deseos de potenciar a sus candidatos. La realidad, nos lleva a pensar, que nada tiene que sumar a unas campañas que hasta donde se han visto, operan con índices de eficiencia y competitividad aceptables.
¿Quién invitó a la empresaria del ramo de la industria de la gelatina, al norte tamaulipeco?
¿Deveras, se cree que la aspirante presidencial, eleve la potencia de los candidatos albiazules?
Hasta ahorita, no ha salido del ronco pecho de Xóchitl, alguna de sus piezas de humorismo involuntario a las que nos tiene acostumbrados. Sus detractores, no pierden la fe; aseguran que pronto nos deleitará con uno de sus acostumbrados chistoretes disfrazados de propuestas de campaña.
El descontón al líder real del panismo reynosense –Francisco García Cabeza de Vaca, fue borrado de la lista de candidatos a diputados plurinominales–, desorientó al panismo tamaulipeco.
Efectivamente: sólo un fanatizado panismo regional, puede suponer que la señora Gálvez, acarreará simpatías a los candidatos del PAN en Tamaulipas.