CUADRANTE POLITICO

Opinión

——–POR FERNANDO ACUÑA PIÑEIRO——-

Hay corruptos que no se conforman con el área chica de los enjuagues y componendas. Prefieren todo el estadio. Es el caso del pez gordo del tema futbolero, el «botin de oro» Miguel Mansur Pedraza, operador de la putrefacción administrativa en el club Correcaminos. Todo ello ocurrió en el sexenio de los vientos atorados.

Este olor a balón enlodado por los malos manejos, se dejó ver con especial furor en los tiempos de Egidio Torre Cantú. Cuestión de escarbarle al tema del sexenio prianista que le abrió de par en par la portería política, al golazo de la opacidad y los negocios turbios del cabezato texano en la capital Victoria.

Sin lugar a dudas que los de Egidio le heredaron a los chicos de Cabeza, el modito de operar una ubre tan generosa y tan a modo como la del club deportivo Correcaminos.

Todo ello desde luego a costillas de la pobre y leal afición, que una temporada sí y la otra también se quedaron con las ganas de ver la coronación de su equipo, en la respectiva liga de ascenso.

Hoy Miguel Mansur Pedraza, también conocido como “El Rey Midas” del cabecismo, enfrenta fuertes acusaciones por parte de la Auditoría Superior del Estado. O sea que, si Almaraz trae cola que le pisen, el candidato a la diputación por el 14 distrito no se queda a la zaga.

En resumidas cuentas, el pueblo de Victoria, está viviendo la postulación de toda una banda de vivales que buscan regresar, para seguir metiéndole goles al erario.

Almaraz y Mansur, son los delanteros de la corrupción, que figuran en la alineación victorense, de la selección azul-texana y su director técnico Francisco García Cabeza de Vaca.

—— TLÁLOC VS HUEHUETÉOTL; GATTAS CONTRA ALMARAZ–

Sobre la cresta de la sierra madre oriental, los dos elementos más poderosos de la naturaleza, parecieran retarse.

Tláloc se ha dejado sentir con una intensa y alegre lluvia victorense. La esperanza es que moje en la extensa zona boscosa siniestrada. Si la bendición pluvial es generalizada, es muy probable que Huehuetéotl, la deidad del fuego, pierda fuerza y finalmente se disipe.

Acaba de llegar un helicóptero de la Secretaría de Marina, gestionado ipso facto por el gobernador Américo Villarreal Anaya. La aeronave dará una ayudadita, en el combate al incendio.

Fuentes bien informadas hacia el interior de la Coordinación estatal de Protección Civil, a cargo de Luis Gerardo González de la Fuente, señalan que la quemazón se torna más difícil de sofocar, porque ha descendido hasta el fondo de las hondonadas o cañones.

Desde hace quince minutos, por lo menos, el anhelado aguacero ha estado crepitando sobre los techos y calles de nuestra capital tamaulipeca. Pero la esperanza es que la lluvia abarque hasta la cadena de montañas laceradas por las llamas.

A su manera, la santa naturaleza también plantea un debate por estos rumbos. En términos espirituales, las fuerzas del bien y del mal, se enfrentan en torno al extenso valle donde hace siglos el militar cantábrico José de Escandón trazó y estableció los actuales fundamentos urbanos de Victoria.

El símil de lo que ocurre en la naturaleza con lo que ahora se mueve en el escenario político victorense, nos muestra también a dos fuerzas antípodas de la lucha por el poder.

La primera, la que se identifica con el agua benefactora, es el morenista Lalo Gattas, mientras que la de las llamas que amenazan a Victoria es la del incendiario político del cabecismo, Oscar Almaraz.

En el sentido literal del concepto, a Oscar Almaraz le conviene que el fuego de la serranía no se disipe , pues eso le dará armas para fortalecer su narrativa en contra de la 4T morenista.

Sin embargo, existe una realidad que todos conocemos:

Al igual que el incendio que ha devorado el pulmón ecológico patrimonial de quienes vivimos en Victoria, Almaraz también ha arrasado con los dineros de la hacienda pública. Y su expediente delictivo ya es seguido muy de cerca por parte de la Auditoría Superior de la Federación.

De manera que a dos semanas de que concluyan las campañas, Oscarín cabecín, se está cocinando en su propia hornaza azulosa.

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