Por Oscar Díaz Salazar
Beckenbauer se acercó a la mesa donde me ubicaron los organizadores del desayuno que ofreció el gobernador con motivo de celebrar el Día de la Libertad de Expresión, que se conmemora el 7, pero que el gobierno del Estado ofreció el lunes 10 de junio.
Del subsecretario del medio ambiente tenía muy pocas referencias: que era sobrino de Eugenio Hernández, que su padre era extranjero, que su aspecto era de tipo nórdico, y que tenía rato haciendo talacha en el Partido Verde, en donde estuvo a punto de ser candidato a diputado federal por el distrito de Victoria.
A la mesa que compartía con mis amigos Brenda Ramos e Isaías Álvarez, y en la que también estaba una tercia de amables colegas de la capital del Estado y un funcionario anfitrión (el vocero de seguridad pública) llegó El Green Boy de Victoria y cuando me extendió su mano para presentarse, me comentó que me encontraba mucho parecido con su padre.
Un par de horas después, y luego de ir a desayunar como Dios manda, mis amigo invitaron a Beckembauer a platicar, llegando minutos más tarde a una cafetería del centro de la capital.
Me mostró una fotografía que sacó de su cartera, en la que aparece un güero de pelo largo y ensortijado, -su papá-, repitiendo que yo le recordaba a su padre.
Él Green Boy se desenvuelve bien. En su trato se adivina la herencia del abuelo, el Geño viejo, de quien escuché muchas anécdotas, y la herencia e influencia del Geño actual, tipo agradable cuya simpatía me tocó atestiguar.
Me agradó que defendiera a su tío, de los comentarios que le hicimos, no muy favorables, sobre su trayectoria y su persona. Con respeto a la opinión y la información que le compartimos, señaló su desacuerdo e incluso platicó su versión, que por supuesto no cambio mi percepción sobre su familiar.
Se defiende bien en los temas de la dependencia a su cargo. Se nota que por lo menos la teoría la conoce. A mi cuestionamiento directo sobre el asunto de las pedreras clausuradas (banco de materiales) respondió que una está clausurada por una autoridad federal y que las otras fueron intervenidas (cerradas) por una dependencia que tiene autonomía de gestión y que no está bajo su control.
En los temas del partido verde y de la política, su postura fue totalmente institucional, al afirmar que era funcionario, que no participa en política electoral, que está concentrado en su tarea y que tiene un jefe que se llama Américo Villarreal Anaya.
Sentí que se sorprendió cuando le pregunté si tenía algún primo de su misma generación que estuviera participando en política o en la administración pública y cuando le dije que considerando su trayectoria partidista (en el Verde), su vínculo familiar con el ex gobernador más querido de los victorenses, su cercanía a los dueños del Partido Verde tanto a nivel nacional como estatal, sus cualidades personales y la plataforma política que ya tiene como funcionario de la Secretaria de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente, por todo eso, podría convertirse en el próximo presidente municipal de Victoria… Propósito y meta que también persiguen el Yodi (Gerardo Illodi) y el joven Batarse, que está más preparado que los elotes del estadio.
Con tacto, pero con firmeza, me hizo saber que no permitiría que yo hiciera escarnio de su participación política, ni lograría «endulzarle el oído» o engüilarlo con mis comentarios.
Entendiendo que como en todo el tiempo que platicamos yo utilicé un tono jocoso, era normal el recelo del subsecretario Karl, así que tuve que ponerme serio para decirle que él podría ser el relevo generacional de un clan que ha estado ligado a la política por lo menos en tres generaciones y que realmente le veía posibilidades de aspirar a la presidencia municipal de Victoria, dentro de tres años.
Debo reconocer que fue muy tolerante, y que al menos para mí fue muy divertido charlar con el joven Beckenbauer. Me despedí diciéndole que estaba condenado (él) a verme con mucho gusto, por lo del recuerdo de su padre y que por mi parte estaba dispuesto a hacer lo necesario para que le fuera más grata mi presencia.