Gilda R. Terán.
LA GENEROSIDAD DE JOB
Seguramente que todos alguna vez hemos pasado por grandes pruebas o aflicciones, en
los cuales pensamos que la obscuridad nunca terminará, pero no perdamos la esperanza
siempre hay una luz al final del túnel.
Le compartiré a través de la historia bíblica, la grandeza de una fe inquebrantable de un
hombre llamado Job, él vivía en un lugar llamado Uz, y adoraba a Jehová Dios, era muy
rico y tenía una familia grande.
Además, era bueno y ayudaba a los pobres, a las viudas y a los niños que no tenían padres.
Job hacía cosas buenas, tal vez toda su acción de generosidad nos hiciera pensar que
nunca tendrían problemas.
Pero no fue así, ya que el adversario que siempre busca destruir vidas, no le daba
contentamiento la fidelidad de este hombre a nuestro Creador, y en pláticas sostenidas Dios
le dijo a Satanás, “¿te has fijado en mi siervo Job? no hay nadie como él en la tierra, es
obediente y se porta bien”.
Pero de inmediato le respondió, “claro que te obedece, porque lo proteges, lo bendices, le
das tierras y animales, pero quítaselo todo, y ya no te adorará más”, entonces Dios le dijo
“puedes ponerlo a prueba, pero te prohíbo que lo mates”.
Y así fue que dejó que el diablo pusiera a prueba a Job, pero esto fue permitido porque
sabía de la certeza de su fe y la obediencia de este fiel siervo, le sobrevinieron daños
catastróficos en su vida.
Vea usted, primero utilizó a unas personas llamadas los sabeos para que le robaran las
vacas, los toros y los burros, enseguida un incendio mató todas sus ovejas, luego otro
grupo de gente, los caldeos, le robaron los camellos.
También murieron los sirvientes que estaban cuidando de los animales, pero el peor
desastre pasó después, ya que todos los hijos de Job murieron cuando la casa donde estaban
comiendo se les cayó encima, este atribulado se puso muy muy triste, pero no dejó de
adorar a Jehová.
Pero el enemigo quería que sufriera todavía más, así que hizo que le salieran heridas por
todo el cuerpo, estas llagas en su piel le causaban un dolor horrible, y él no sabía por qué le
pasaban tantas cosas malas, pero de todos modos siguió creyendo a Dios, y el vio eso y se
sintió muy feliz por lo que hizo Job.
Y ya después que se acabaron las pruebas, Dios le sanó y le dio mucho más de lo que
había tenido antes, y así fue que tuvo una vida larga y feliz y lo bendijo por haber sido
obediente siempre, aunque a veces no fue fácil el camino pero lo logró.
En mi opinión, yo relaciono las atribuladas pruebas de Job, de este hombre recto, íntegro
ante los ojos de Dios, como las aflicciones o momentos de adversidad que se nos pueden
presentar en nuestro diario vivir.
Así es, amable lector, ya que en este efímero viaje por la tierra, habrá ocasiones en que los
días soleados se convertirán en grises, porque circunstancias adversas, atropellarán a
nuestro verdadero espíritu.
Y sin más preámbulo, la vida nos sorprenderá con socavones profundos, en el que parecen
sumergirnos sin tocar fondo, dando por hecho que esta sensación de estar en el vacío, pueda
mermar nuestro sentido existencial.
Y es que es un hecho que cuando las circunstancias negativas nos acompañan durante una
larga temporada y no se marchan, y aun teniendo la esperanza que todo pasará, es lógico
que nos concibamos derrotados y con déficit de fuerza para continuar adelante.
Consideremos que la vida no es como otros la pintan, es como usted la colorea, porque
será siempre nuestra actitud la que actúe como el mejor pincel, ese capaz de ofrecernos
tonalidades de luz cuando más lo necesitamos.
Algo que me queda claro es que la vida puede ser muy oscura en cualquier momento, lo
sabemos, tal vez lo hemos vivido, sin embargo, lejos de claudicar, debemos de enfrentar,
para elegir los mejores colores con los que pintaremos nuestro horizonte.
Sin embargo, todos tenemos un modo muy particular de dar color a nuestra cotidianidad,
me refiero a nuestra actitud para encarar los claroscuros de este diario vivir, y es que según
la psicología podemos echar mano del manejo de las emociones.
Pues se llega el tiempo de activar la resiliencia, este citado entrenamiento consciente y
constante para enfrentarnos de forma positiva a las situaciones adversas, actúa como un
muelle que impulsa la vida.
Y es que no es la capacidad de salir ileso, sino que es el arte de dominar nuestros enfoques
de pensamiento para crear nuevas emociones, traducido en otras palabras, es el desafío de
mantener la autoestima, la independencia y el valor de elegir con qué colores deseamos
pintar el futuro.
Reconsideremos, que algunas ocasiones de nuestra vida, Dios nos saldrá al encuentro, nos
va a parar, y nos va a poner delante de situaciones inesperadas, retos y decisiones difíciles,
en esos momentos hay que ejercer mucho la fe y la confianza en él
Muchas veces podrán venir a nuestras vidas situaciones terribles, malas noticias, problemas
que amenazan incluso nuestra seguridad, pero ante tales cosas, ¿cómo reaccionamos?
muchos se entregan a la desesperación, otros se resignan a vivir sufriendo, otros huyen y
murmuran en contra de Dios por lo que les pasa.
Y es que para enfrentar los desafíos debemos confiar plenamente en Dios, él es nuestro
amparo y fortaleza. “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas
como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.
Isaías 40:31
Hasta la próxima, y que la fe en Jesucristo, sea una fuente inagotable en nuestras vidas.
gildateran@yahoo.com.mx