Adán Echeverría
Escribo desde el profundo mes de julio; mi primer día de vacaciones, la universidad puede esperar; los alumnos mensajean por el móvil, yo haciendo oídos sordos a sus súplicas: tire esquina, profe; écheme la mano; no pienso en ver más que libros en mi futuro, lecturas para mis dos semanas que vienen, bien ganadas y claro que sí. Espero que el creador de este universo les destine a ustedes, proletariados del mundo, unos días de asueto como a este escribidor que les visita desde estas líneas.
Cerrando ya el nuevo número de delatripa: narrativa y algo más, la revista de literatura que edito desde el año 2013, veo el calendario, “justo a tiempo”; más de once años, mes a mes editando la revista. ¿Cuántas cosas han pasado en estos once años? ¿Dónde estabas en el 2013? Justo empezábamos a sufrir el gobierno de Enrique Peña Nieto; dejando testimonio. Bien, ahí vamos cumpliendo.
Entramos a esta semana, a pocos días de que comience la justa olímpica que se llevará a cabo en París, Francia; esa Francia que por esta vez no se pudo llevar la ultra derecha, la misma Francia que le dio la espalda a Macron; ésa que ha limpiado sus calles de vagamundos porque se las afeaban, y nadie quiere recibir visitantes y cámaras de televisoras de otros países con los sin casa deambulando por todas partes, estirando la mano y pidiendo de regalo un euro, un dolarcito para una bebida refrescante.
Un verano que nos trae la renuncia de Joe Biden a buscar la reelección presidencial, para los comicios que se darán en noviembre, en los siempre-en-guerra Estados Unidos del Norte de América. Un verano que ha dibujado en los rostros el disparo que apenas le rascó la oreja derecha a Donald Trump, ¿o era la izquierda? Bueno, ya ni Donald lo sabe; un día aparece con una oreja vendada, y al día siguiente el vendaje se observa en la otra oreja. El verano de Kamala Harris, algunos dirán. Un verano donde la selección colombiana se ganó el corazón de toda América Latina, en un torneo más que la FIFA regaló a los argentinos comandados por el truhan hormonado de Messi, cuentan los que saben. Un verano donde la guerra sigue asomándose por los espejos, donde el cambio climático y los huracanes se siguen frotando las palmas, saboreándose el inundar a esta humanidad indolente que mira por las redes sociales el asesinato de niños palestinos.
De eso es, poco más o menos, de lo que uno tiene que espantarse este verano de 2024. Los equívocos de Sheinbaum y Ebrard enganchándose a la verborrea de Trump; los recuerdos de infancias, de amores y desamores, de relaciones familiares, de lluvias e inundaciones, de reflexiones sobre la escritura, del fin de mi taller de poesía y el inicio del taller de minificciones; opresión y libertad, festejo y decepción, de irse a caminar por las arenas de alguna playa. Eso podrá encontrar usted, amable lector, en las siguientes páginas de este verano. Ah, el verano, como diría Pasolini: Los bellos jovencitos correrán en esa luz.