MELITON GUEVARA CASTILLO.
Toda la vida, sin la menor duda, nos la pasamos haciendo exámenes. En general, los
exámenes mas generalizados, son los que tienen que ver con los estudios; que si aprobamos
o no el ingreso a la universidad o que si pasamos el examen de una materia. Esa es la
cuestión: desde pequeños aprendemos formas de conducta que, hagan de cuenta, nos
aprueban o reprueban con los adultos; luego, al menos en mi generación, cuando hacíamos
algo indebido, venia la reprobación o el regaño.
¿Por qué presentamos exámenes? Todos los exámenes tienen una finalidad: valorar
nuestros conocimientos o nuestras habilidades. Y en especial, sirven únicamente para
valorar el estado de nuestra educación. Recordemos que México, en lo general, esta
reprobado en materias básicas como español, matemáticas, física, química, entre otras. Y el
presidente AMLO afirma que el examen pisa, que en México ya no se hará, es un
instrumento neoliberal y que no es correcta su aplicación.
ÉXITO ACADEMICO.
Hace días se hizo notar en los medios dos hechos verdaderamente significativos. Por un
lado, que en el examen de ingreso a la UNAM se dio el caso de que, de miles que
presentaron, solo hubo 6 alumnos que obtuvieron la calificación perfecta. En la nota de La
Jornada, el periódico afín a la 4T, se hace notar que, de los aproximadamente 145 mil
aspirantes, solo 6, si obtuvieron la calificación perfecta. Por cierto, ninguno ingresara a una
carrera de ciencias sociales. Estudios indican que, de cada 10 alumnos, 6 no ingresan a
estudios superiores.
También, en estos días, tenemos que un grupo de jóvenes mexicanos participaron en una
competencia de habilidades matemáticas y lograron medalla de oro, plata y bronce. Se hace
notar que Rogelio Guerrero Reyes, de Aguascalientes, hace historia al ser el primer
mexicano en ganar dos medallas de oro consecutivas en estas competencias. En fin, estos
hechos nos indican que en México hay calidad educativa; que no todo está podrido en
Dinamarca, pero, eso sí, es preciso establecer que el examen es siempre una opción para
determinar el estatus del conocimiento de unos y otros.
ESTANDAR DE CALIDAD.
Hace tiempo en la universidad hubo un coordinador académico que aceptaba a todos los
aspirantes. Por eso, en un tiempo, llegue a tener un grupo de mas de 100 alumnos. Cuando
le cuestione su actitud, me respondió: para que les negamos el deseo de estudiar, el propio
sistema poco a poco los va a expulsar. Y efectivamente, así sucedió. Recuerdo el caso de un
alumno que se jacto que él ya había arreglado su calificación: cuando me pusieron de
presidente del jurado calificador me excusé, de pretexto puse lo que había sucedido un
semestre antes: no aprobó el examen profesional.
En un posgrado de calidad impartido en la UAT, el proceso de selección dio como
resultado que solo 12 aspirantes eran aptos para ser alumnos. Sin embargo, por
recomendaciones del propio rector, como de funcionarios hasta gubernamentales, se
aceptaron a 8 más, en total ingresaron 20: al final, terminaron y se graduaron los 12
seleccionados inicialmente. Y eso impacto en la calificación del posgrado: solo tuvieron el
60% en su eficiencia terminal; pudo ser el 100, pero los 8 recomendados, que luego
desertaron, echaron a perder la calificación.
EXAMENES DE LA VIDA.
La vida nos ofrece, a lo largo de los años, una serie de exámenes cuyo resultado final nos
impacta en el curso de la misma. Un examen, por ejemplo, es la decisión de que estudiar.
Unos son exitosos, otros no tanto, porque su elección fue determinada por factores que
tienen que ver con la geografía o con la cuestión económica. Pero, también, por el deseo y
la voluntad de estudiar: conozco a mas de uno que, habiendo terminado una licenciatura, se
dedican a una actividad distinta, y son exitosos.
En realidad, muchos exámenes de vida son las decisiones que diariamente tomamos. Ante
un problema específico, tomamos una decisión, que si es incorrecta las consecuencias serán
inevitables. Por otra parte, conozco a más de uno, hombre o mujer, que durante sus estudios
de primaria y secundaria fueron extraordinarios alumnos; no lo fueron en la universidad,
incluso unos ni concluyeron sus estudios y otros, terminaron, pero nunca ejercieron.
La vida es un largo proceso de elección, de exámenes. Bien lo dicen, por otra parte, el
único que no se equivoca, es quien no hace nada. Lamentablemente, hay situaciones, en las
cuales no se puede permanecer pasivo. Así, los exámenes de vida, tienen un riesgo.