José Ángel Solorio Martínez
“Claudia Sheinbaum y MORENA, no tienen derecho a equivocarse”.
Dos estirpes –familias, no élites–, se disputan la supremacía política en los siglos XX y XXI tamaulipecos. La familia del exgobernador Francisco García Cabeza de Vaca, y la del exgobernador, Américo Villarreal Guerra.
Los reynosenses, tiene en su haber: una gubernatura –Francisco–: tres senadurías –Francisco, Ismael y José Ramón Gómez Leal–; dos diputaciones federales –Francisco e Ismael–; una alcaldía –Francisco– y una regiduría, la hija de Francisco.
Los victorenses, poseen un récord impresionante: dos gubernaturas –Villarreal Guerra y Villarreal Anaya–; dos senadurías –Villarreal Guerra y Villarreal Anaya- y una alcaldía en una ciudad de similar importancia y potencia que Reynosa: Tampico; faltan sólo unos días, para que Mónica Villarreal Anaya tome protesta como alcaldesa del puerto.
Cuantitativamente, pareciera que las ponderaciones favorecen a los Cabeza de Vaca.
Cualitativamente, podría afirmarse que los Américos, son propietarios de mayores espacios de autoridad y mando en la región desde hace más de cien años.
Esos datos, son para que, desde la diversa opinión de los tamaulipecos, entreguen la medalla de oro a la estirpe de sus preferencias.
En sentido estricto, por la naturaleza de la autoridad dos gobernadores tienen un mayor peso específico en la entidad, que varios senadores de la república, múltiples diputados federales y locales o decenas de alcaldes.
¿Por qué un gobernador pesa lo que pesa?
1.- Por sus vínculos con el factor presidencial y las élites de la nación que en mucho influyen en el desarrollo político, económico y social del estado.
2.- A consecuencia de su papel de interlocutor de los actores y factores sociopolíticos y económicos de la comarca con la Federación. Es decir: las élites locales –al menos las mayorías– requieren de los oficios del Ejecutivo estatal para llegar al presidente de la república.
3.- No son los senadores ni los diputados federales, quienes llevan y traen las inquietudes –al menos no las fundamentales– de la ciudadanía tamaulipeca a la Federación. Esa correa de transmisión es el gobernador.
4.- Un gobernador incide con mayor trascendencia en la vida económica y social de la región, que los senadores y los legisladores. O sea: las acciones de un Ejecutivo estatal tienen la posibilidad de cambiar –para bien o para mal– la vida de millones de ciudadanos.
Bajo esos criterios, desde un punto de vista objetivo, racional, los Villarreal Anaya , pueden considerarse como la estirpe más potente en la historia moderna de Tamaulipas.
Al momento, los victorenses, son un factor de poder y autoridad ascendente.
Los Cabeza de Vaca, son una célula política, en declinación, por no decir en decadencia. Han sido tantos y tan públicos sus estropicios con los bienes y recursos de los tamaulipecos, que podrían pasar generaciones para la necesaria limpieza de rostro que requieren.
Los Villarreal Anaya, están en la expresión más alta de su liderazgo. Faltan años para que –como todo organismo biológico, social o político– inicien su descenso en la curva parabólica que es el ejercicio del poder.
A los Cabeza de Vaca, les urge tener un segundo gobernador.
Por eso juegan con tanta vehemencia, con la carta que representa JR.
¿Regresarán los clanes neoliberales al gobierno del estado con los Cabeza de Vaca?
¿Le alcanzará a la IV T para construir su Segundo Piso en la entidad?
No existen bolas de cristal que nos digan lo que pasará dentro de tres años.
Claudia Sheinbaum y MORENA, no tienen derecho a equivocarse.