Por Oscar Díaz Salazar
Las personas que padecen una (o varias) enfermedades o que experimentan un accidente que afecta su salud y que sobreviven sabiendo que su vida es frágil o que puede ser breve, suelen vivir con más intensidad, a plenitud, más libres y atrevidas.
Esa conciencia de la fragilidad de la existencia, fragilidad que aplica para todos los humanos, pero de la que muchos no nos ocupamos, es un aliciente para que quienes si la tienen presente, vivan con intensidad, disfruten, se atrevan, experimenten y se apliquen en las actividades que realizan, que normalmente son de su agrado.
En algún momento escribí una columna en la que aborde el tema de la salud de la hoy senadora Maki Ortiz, un tema que es delicado y que desde mi perspectiva es un asunto personal, tal vez familiar, que merece la discreción y consideración de los demás, pero que es de interés público tratándose de gobernantes, como era -y es – el caso de la doctora Maki Ortiz.
Me parece que ese factor de tener problemas de salud, severos y frecuentes, ha sido también el aliciente positivo que ha tenido la diputada federal por el distrito 3 de Tamaulipas, Casandra de los Santos.
La nutriologa avecindada en Río Bravo, que prefiere ser llamada «Doctora», ha tenido una carrera política explosiva, que en un lustro le permitió ser regidora en el Ayuntamiento de Rio Bravo, diputado local y hoy se estrena como diputada federal.
Hábil para las relaciones públicas, con talento para ubicar y amigarse con los personajes que pueden ayudarle a subir, sin menospreciar el trabajo que realiza para crear, mantener y acrecentar una base social, la nutriologa Casandra de los Santos debuta en un ambiente difícil, la Cámara de Diputados, un lugar que suele ser manejado por una «burbuja», unos cuarenta diputados que son protagonistas y que dejan en calidad de simples levanta dedos a los otros 460 integrantes de la Cámara.
El tema de su salud es relevante. Como diputada local fueron frecuentes sus ausencias o el abandono repentino del recinto legislativo, por las crisis que padecía. Lo reprobable es que con frecuencia desatienda las recomendaciones de sus médicos y provoque esos daños a su organismo.
A la C Casandra de los Santos, le deseo que recupere la salud o logre mantener a raya sus enfermedades. A la diputada federal le pido que se atreva, que reclame, que demande, que levante la voz, en defensa de los intereses de sus representados.
Espero que en ella no aplique la maldición de la Casandra de la mitología, que se caracterizaba por ser portadora de malas noticias. Es mi deseo que la Casandra ríobravense sea siempre portadora y vocera de buenas noticias, producto de sus propuestas, sus iniciativas y su trabajo de gestión y legislativo.