José Ángel Solorio Martínez
Manuel Velazco, uno de los propietarios del Partido Verde (PV), anunció la incorporación al Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de su organización al ex gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores. Algo así, como el mero mero de la operación de los verdes en el país.
¿Realmente ha sido convocado al campo verde, por ser un factor de cohesión y de atracción al proyecto del PV?
La mera vedad: ni en sueños, el exgobernador tamaulipeco, llena ese perfil.
¿Qué aviesas intenciones están detrás de esa decisión del gerente de los verdes?
No se ve otra: limpiar el cieno que arrastra el victorense.
Sólo hay que recordar la dramática amenaza que existe contra el exalcalde victorense: los aparatos de Justicia norteamericanos están pidiendo la extradición de Hernández Flores para que responda ante los jueces, por delitos como lavado de dinero, mentir a autoridades gringas y otras de similar naturaleza.
En México, no tiene abiertos expedientes.
La justicia federal, entonces en manos del PAN, decidió exonerarlo de todo delito.
¿Por qué la justicia federal optó por limpiar de todo pecado a Hernández Flores?
Por una sencilla razón: Eugenio, participó en el fraude electoral del 2006 para llevar al gobierno del país al panista, Felipe Calderón Hinojosa.
¿Iba el presidente Calderón dejar que se hundiera uno de sus socios más importantes?
Nunca.
En Tamaulipas, más de 250 mil votos fueron a parar a las urnas de forma misteriosa, boletas cruzadas a favor del candidato azul y de su partido. Calderón, a decir de los números oficiales, había ganado la elección con una diferencia de menos del uno por ciento. Es fecha, que Andrés Manuel López Obrador no olvida esa afrenta; más de media docena de veces, ha enfatizado en su conferencia de prensa de las mañanas en esa acción del entonces gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores.
El amor político por Geño hacia el presidente Calderón, sólo pudo disiparse por el olor al dinero que ofreció al gobierno federal, el gobernador panista, Francisco García Cabeza de Vaca. Eso, decidió la suerte en la entidad del exgobernador tricolor.
Es decir: Calderón protegió a Eugenio, a cambio de centenares de miles de votos; en tanto, Cabeza de Vaca, lo encarceló con la anuencia del presidente panista y con el impulso que le generaron el odio y el desprecio contra Geño.
El santón verde, Velazco ahora le ha tendido un salvavidas al exgobernador.
Supone que, con ese cargo, el PV potenciará sus expectativas al tiempo de frenar toda acción legal de un gobierno extranjero.
Se desconoce si será eficaz esa engañifa; no se sabe, si el blindaje verde, será suficiente como para inmunizarlo ante los juzgadores norteamericanos. Lo que sí, está claro son los diversos perjuicios que Geño acarreará al PV, al tiempo de torpedear la coalición entre MORENA-Verde-PT.
Enaltece a todo hombre público, la persecución de autoridades de justicia por motivos políticos. No se ve que éste sea el caso. Otra es la percepción, para las militancias de cualquier partido, cuando la delincuencia del fuero común empieza a filtrarse en sus estructuras.
Así inició el proceso de mierdificación del PRI.
Justo de esa manera, comenzaron las dinámicas de pudrición del PAN.
Penosa paradoja: Geño aspira a limpiarse el rostro, manchando las caras de su partido y la de sus aliados.