ORBE

Opinión

Ma. Teresa Medina Marroquín.-
¿DE DÓNDE HAN SACADO LOS OPOSITORES TANTA FUERZA PARA
ENFRENTAR AL PRESIDENTE?
Una de las grandes acusaciones que circulan en medios y redes sociales es
que el presidente López Obrador es un enorme cínico y corrupto.
Que la Reforma Judicial es una venganza contra, principalmente, la
Suprema Corte de Justicia de la Nación y no pocos magistrados y jueces
federales.
Le cargan también al nativo de Macuspana que el pandemónium propiciado
por esta reforma, se debe a que está tratando de que las monumentales
obras como el Aeropuerto Felipe Ángeles y el Tren Maya, así como la
Refinería de Dos Bocas no sean sometidas a profundas auditorías.
Señalan los denunciantes que el Presidente trata a toda costa de que estas
obras tengan el nivel de “seguridad nacional”, pues de lo contrario se
“descubriría” (alegan) que los recursos derramados ahí superaron
exageradamente los presupuestos proyectados.
Es decir, que quedaría al descubierto la corrupción que la Corte intenta
hacer pública, afirmando que estas obras carecen de un nivel estratégico y
prioritario para el Estado mexicano.
Lo que en su momento daría la posibilidad de que la ciudadanía se enterara
de los supuestos excesos en que se incurrió en estas tres obras.
AFIRMAN QUE ESTOS CAMBIOS NO TIENEN PRECEDENTE
HISTÓRICO
Otra: que la “sobrerrepresentación” de Morena en la Cámara de Diputados y
la elección popular de jueces que traerá la aprobación de la Reforma
Judicial, no tienen precedente en la historia de este país donde, lo que sí
sabemos mujeres y hombres, es que ese “no precedente” sí tiene una serie
de precedentes.
Tan graves estos últimos que, sólo para refrescarnos la memoria,
recordemos que en 1994, hace 30 años, siendo presidente Ernesto Zedillo,
realizó una Reforma Judicial donde se redujo el número de ministros de 26

a 11, “estableciendo un nuevo proceso de selección para los mismos”,
pasando de ser inamovibles los ministros a cumplir 15 años en el encargo.
De hecho la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) era en ese
entonces el órgano colegiado judicial más numeroso del mundo.
El argumento de Ernesto Zedillo era el de fortalecer a la Suprema Corte y
que en esos cambios se reflejara “hasta sus últimas consecuencias el
principio de la supremacía constitucional”.
La pregunta es:
¿Y qué partidos, empresarios, gobiernos, periodistas, organismos
internacionales se atrevieron a protestar por esa reforma judicial?
Y así fue: NADIE.
LA DIFERENCIA ES QUE AHORA HAY DEMOCRACIA Y LA CORTE SE
SENTÍA INTOCABLE
Nadie se erigió en un desafío político al régimen, alegando que esa reforma
alteraría a la nación, el crecimiento y la propia estabilidad financiera, así
como las relaciones políticas y comerciales de México con Estados Unidos.
¿Entonces por qué ahora en este 2024 pareciera como si medio país
estuviera contra la reforma judicial de AMLO?
¿Será porque con el actual Presidente de la República todo mundo tiene la
libertad de expresarse y criticar directamente al gobierno?
Mientras que con Zedillo, y desde luego con su antecesor Carlos Salinas de
Gortari, ¿nadie se atrevía a levantar la voz ante el riesgo de ser silenciado?
Seamos sinceros todas y todos: México se encuentra en un proceso donde
el terreno político ha sido nutrido por el fertilizante de la democracia, dando
paso a los requerimientos de una nación que durante tantas décadas estuvo
“ciega”, “sorda” o “muda”.
En realidad estaba gobernada por reyes sexenales que si se les daba la
gana eran capaces de vender al país entero, o dejarlo como garantía de
créditos contratados con la usura internacional.
Pero las cosas cambiaron, y hasta la Corte, que se creía intocable, ya está
sujeta a un proceso inexorable donde la revisión de la democracia se les
apareció.

¡Deseándole un día maravilloso!
tessieprimera@hotmail.com, @columnaorbe, columnaorbe.wordpress.com

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