José Ángel Solorio Martínez
¿Y cuándo aprueba el Congreso tamaulipeco guaruras para todos?
La denuncia del exgobernador, Francisco García Cabeza de Vaca, en el sentido del ataque frustrado contra uno de sus hijos, tiene muchas aristas. Los hechos, son lamentables desde el punto de vista que se les quiera ver o ponderar: todo ciudadano, tiene el derecho a vivir en paz y a disfrutar de un entorno de equilibrio social que todo gobierno debe ofrecer a los tamaulipecos.
Eso, es indiscutible.
Humanamente, es una reacción correcta –y hasta plausible– la CdeV.
¿Qué padre no saldría a defender a sus hijos?
Hasta el más insensible sujeto, haría hasta lo imposible para dar protección a su descendencia. Es el caso del exalcalde de Reynosa, Tamaulipas.
Indignado, lanzó severas críticas contra el ambiente de inseguridad social que sufrimos la mayoría de los tamaulipecos.
¡Muy bien!
En su exigencia, que circuló a nivel local y nacional, echa pestes contra la administración estatal que encabeza, Américo Villarreal Anaya.
Donde se tropieza Cabeza de Vaca, es en achacar a Villareal Anaya, la expresión de esos acontecimientos.
CdeV, reconoce, que si no ha sido por sus escoltas –las de su hijo– los asaltantes hubieran lastimado a los ocupantes de esa camioneta blindada.
Es justo, preguntar:
¿Acaso los sueldos de los guardias que tiene la familia del exgobernador son cubiertos por el propio pecunio de Cabeza de Vaca?
No que se sepa.
Si mal no se recuerda, ese aparato de seguridad gratuito fue aprobado por el Congreso local, ante las airadas protestas de la oposición formada por MORENA y el Movimiento Ciudadano. Esos auxiliares de la familia de CdeV, con el dictamen del pleno legislativo estaban integrados a la Secretaría de Seguridad Pública del Estado; en donde, justamente, debe estar ahora, lo adscripción de esos cuadros policiacos.
El tema desentierra, una inaceptable ofensa para los tamaulipecos de a pie: hay élites que son protegidas con nuestro dinero, en tanto millones de conciudadanos enfrentamos la inseguridad, inermes, sin guaruras y sin vehículos con carrocerías indestructibles.
(Recuerdo, la bizarra actitud del diputado del MC, Gustavo Cárdenas Gutiérrez. Fue infructuosa: la aplanadora azul, auxiliada por dos diputadas de MORENA traidoras, obtuvo un triunfo que concluyó en el uso de recursos públicos para cuidar a un exfuncionario).
Más claro: en todo caso, a quien debería de reclamar los resultados del asedio CdeV, es a sus guaruras, que permitieron el rompimiento del perímetro de seguridad que todo personaje relevante debe tener.
¿Por qué señalar al gobernador?
Cabeza de Vaca, como exgobernador sabe cómo masca la iguana en los menesteres de la seguridad pública local.
Aflora con ello, la sed de venganza del reynosense.
Al vincular el susto a su hijo a otros eventos, más que exigencia de un alto a la violencia, parece una estratagema para delinear un escenario de ingobernabilidad en la entidad.
O lo que es lo mismo: implícitamente, presume que su gobierno fue mejor que el de la IV T regional en el combate a la inseguridad.
Probablemente, tenga razón: hoy, desde Pharr, Texas, todo se ve diferente y amable