José Ángel Solorio Martínez
La impotencia y desesperación del PRIAN en el Senado de la República, está saliendo a flote, ante el avance inexorable de la reforma al Poder Judicial. Con la aprobación en lo general de la propuesta del presidente, Andrés Manuel López Obrador –secundado por la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo– en esa Cámara, prácticamente se da por hecho la aprobación en el pleno de ese proyecto que tanto escozor ha generado en algunos grupos de abogados de la derecha vociferante.
Los senadores del PAN y del PRI, confiaban en mantener la cohesión y evitar que MORENA y aliados llegaran a la fatídica –para los azules y simpatizantes– cifra de 86 parlamentarios de esa Cámara alta, para lograr las dos terceras partes que demanda la Ley de leyes para realizar las reformas constitucionales en marcha.
Los priistas y los panistas juraban y perjuraban que sus senadores, estaban amarrados y decididos a frenar la reforma. A algo se atenían los opositores; habían amenazado, con linchar hasta a sus correligionarios que aprobaran los mencionados cambios a la Constitución que llevará a las urnas la elección de Magistrados y Jueces del Poder Judicial.
El más escandaloso caso de cambios de actitud ante la reforma fue el del senador Yunes. Previo a la votación se pronunció –siendo prianista– a favor de los cambios propuestos por el presidente López Obrador.
La comentocracia, de inmediato lo acusó de traidor.
Sus compañeros de partido le dijeron y lo calificaron de lo peor.
Pareciera karma.
Pareciera venganza divina.
Se ve, como el cumplimiento de aquel sabio adagio: el que se obra mal, se le pudre…
…el tamal.
¿Acaso no recuerda el PAN y el PRI, cómo realizaron las reformas estructurales para privatizar PEMEX y la Industria eléctrica?
¿Se olvidaron de las festivas risas con las cuales festejaron panistas y priistas, las votaciones que quitaron de las manos del pueblo esas empresas de la nación?
¿Borraron de su memoria, los diputados y senadores tamaulipecos, que se mofaron de la oposición que indignada se opuso hasta el final a esos gigantescos atracos a los mexicanos?
Todavía se recuerda lo que, en corrillos de la Cámara de diputados y senadores, se especulaba: el uso del presupuesto para entregar 5 millones de dólares a diputados y 10 millones de dólares a todo senador que aprobara esas iniciativas.
Uno de los grandes beneficiarios de esas negociaciones y esas votaciones, fue el senador tamaulipeco, Francisco García Cabeza de Vaca: el dirigente panista y parlamentario, Ricardo Anaya Cortés, obtuvo en esos pactos para robar a la nación, la gubernatura de Tamaulipas para el reynosense.
(En ese contexto, es hasta grotesca la postura del exgobernador que ha intentado, desde el extranjero, defender los privilegios del Poder Judicial al tiempo de defender la democracia mexicana).
El PRI y el PAN, creen que siguen viviendo en el México de los años de la fiesta neoliberal. Y no: más de 35 millones de votos, los enviaron al diablo y mandataron cumplir la profundización de la IV T.
Ante el intento de victimización de jueces y magistrados que juran ser independientes y actuar en estricto apego a la Justicia y con lágrimas de arrepentimiento aseguran ahora sí serán justos y honestos, bien valdría recordarles sus neoliberales carcajadas del ayer y decirles:
–A chillidos de marrano, oídos de matancero.