La Comuna

Opinión

 

José Ángel Solorio Martínez
EL CAMBIO DE MEXICO
Desde los años 60, vi a la Izquierda en las calles de Tamaulipas. En Río Bravo, luego de las épicas batallas de los obreros petroleros del sur del estado en los años 20, vi una de las movilizaciones populares más extensas y combativas que recuerde. En un verano de 1969, se concentraron en la plaza Benito Juárez, más de 10 mil campesinos, pidiendo la liberación del dirigente agrario y comunista, Ramón Danzós Palomino y una exigencia excepcional por lo vehemente que era y lo lejano que parecía: ¡fuera gringos de Viet Nam!
Sorprendente hecho.
Sobre todo, si tomamos en cuenta, que la ciudad no tenía más de 15 mil habitantes.
Años más tarde, en los años 70 en Nuevo León, presencié amplias y estridentes manifestaciones tanto de obreros –de Fundidora y otras grandes empresas regiomontanas– como del emergente movimiento popular encarnado en las posturas progresistas y libertarias de los colonos urbanos; entre ellos, el de la comunidad Tierra y Libertad.
Las calles, vieron pasar miles y miles de ciudadanos contestatarios –que bien pudieran ser considerados de la Izquierda social nuevoleonesa–; a esas expresiones de inconformidad, se sumarían por esas fechas, la actitud rebelde de estudiantes.
Al más mínimo intento de subir el precio del transporte urbano, y los preparatorianos y universitarios, salían a las calles a externar su enfado y hasta a secuestrar camiones para echar abajo esa lesiva medida.
En todas esas muestras de rebeldía, participaban agrupaciones como el Partido Comunista Mexicano (PCM), Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). En esos momentos, algunos de ellos, recién incorporados a la vida social con derechos como organizaciones políticas legales.
¿Y la derecha?
La derecha, cómodamente instalada veía con escepticismo y hasta con sorna la indignación callejera de sujetos que cuestionaban al régimen y a sus apoyadores.
La prensa –casi en su conjunto– satanizaba a los izquierdistas que solían expresar sus sentimientos en rúas y plazas públicas. Y cómo no: sentían que el avance de esos grupos disidentes podría achicar sus privilegios y debilitar una sociedad organizada para generar desigualdad y penosas asimetrías sociales.
Es decir: la prensa industrial, generó repulsa contra las movilizaciones populares al tacharlas de comunistas y de intentar llevar al país al totalitarismo y con ello acabar con el esquema de la propiedad privada.
Hoy México vive momentos excepcionales.
Tenemos un gobierno de Izquierda; a pesar de que algunos aún no lo comprendan ni lo asimilen. Y algo interesante y para el análisis: la derecha, desde hace meses, intenta posicionarse de las calles para exhibir su inconformidad con un gobierno que ubica como enemigo de sus libertades.
Bien hecho.
Es ese, el camino institucional.
¿Hay diferencias entre aquellos eventos contestatarios de la Izquierda, con los actuales de la derecha?
Sí.
Primero: para la Grande prensa, los levantiscos de hoy, son héroes que luchan por la democracia y la libertad; no como antes: fueron señalados como delincuentes y subversivos. Segundo: actualmente a nadie se ha reprimido; en el pasado, muchos de los opositores fueron asesinados o encarcelados. Tercero: en el pasado, se intentaba privilegiar la defensa de derechos y libertades para las mayorías; al momento: se cohesionan para defender privilegios de las élites.
¿Quién dice, que México no ha cambiado?

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