Nacología
He creado una nueva ciencia exacta.
La llamaré Nacología.
Si bien existe un antecedente importante, cuando Luis de Alba daba vida al personaje del Pirrurris, no se ha desarrollado hasta ahora como se debe.
Siguiendo la idea que empecé en mi colaboración de ayer, dejaré aquí la iniciativa para la conformación de un nuevo colectivo que denominaré “Comunidad Naco-Pachuco-Cholo-Chundo-Chichinfla-Malafacha” (NPCHCHCHM), similar a la comunidad Lésbico-Gay-Bisexual-Transexual-Travesti-Intersexual (LGBTTI), aunque más machitos.
La Nacología estudiará principalmente el lenguaje hablado de los integrantes de la comunidad NPCHCHCHM.
Ayer mismo, en esta columna, daba una larga muestra de las frases más utilizadas por ese peculiar grupo de individuos, descendientes directos del australopitecus y los neandertales.
A pesar de la profusión de alusiones maternales, de palabras tabús relacionadas con el sexo y de su fijación por el verbo chingar, se ha comprobado que ese argot es rico en matices emocionales.
Para comprobarlo, he estado observando a algunos de mis cuates nacos para conocer y cuantificar su reacción al momento de escuchar o proferir alguna de esas frases.
De esa manera, he llegado a la conclusión de que un “chiga a tu madre” dicho en el momento y en la circunstancia exactos, viene acompañado por una sensación de satisfacción extrema.
Es como si se hubieran librado de un pesado lastre y se lo colgaran a su interlocutor, cuya actitud ha sido hostil para con ellos.
No hay recompensa más genuina para un naco, que cuando alguien le dice que es un “chingón”.
La palabra “coger” tiene implicaciones mucho más ricas y complejas que el simple “fornicar” o “aparear”. Como que la presencia del ingrediente tabú le da más sabor a la expresión.
Y es precisamente de esa manera como funcionan estructuras fonéticas más complicadas, como el albur.
Pero no me lo tomen a mal, mis queridos dos o tres lectores. El análisis del caló y su profunda relación con la psique de sus hablantes es una materia muy estudiada por especialistas en Semiótica, o sea, en el estudio de los símbolos en la comunicación humana.
Si usted quiere profundizar en el tema, le sugiero que se vaya familiarizando con algunas expresiones del tipo:
-A toda madre (Está muy bien).
-Me tiene hasta la madre (Me tiene harto).
-No la hagas de pedo (No provoques problemas).
-¡A huevo! (¡Así es!).
-Aguanta vara (Soporta la situación).
Pero debe tener cuidado, no vaya a caer en los picantes albures, como cuando está en una mesa y un peladito le dice: “¿Te molesto con el chile? Es que me agarra lejos”.
O bien:
“¿Eres tú el chico temido de la colonia?”
El aludido sabrá que se trata de un albur sólo hasta que su interlocutor suelta una estentórea carcajada, se dobla hacia adelante y se soba el abdomen, mientras da una patadita al suelo.
La nueva ciencia de la Nacología promete descubrirnos todo un universo de emociones vinculadas a las palabras tabú.
Ya les platicaré más adelante cómo me va con la presentación de esta iniciativa ante la Academia Nacional de Ciencias Aplicadas (ANCA).
Termino esta colaboración con el refrán estilo Pegaso, que a la letra dice: “¡Abstente de producir mácula, individuo con quien compartí el útero materno!” (¡No manches, carnal!)