CHILPANCINGO, CULIACÁN Y CELAYA

Opinión

Por René Mondragón
SIGUE VIGENTE
Toda la información que sigue fluyendo en torno a los niveles e índices comunes: Inicialmente, sigue vigente, porque sobre ello recaen solamente declaraciones protocolarias con el mismo lenguaje que encubre y minimiza el tamaño de los problemas.
En paralelo, que con cada día que pasa sin soluciones efectivas ni medidas eficaces para resolver el tema, a la presidenta Sheimbaum le sigue explotando entre las manos, la patética herencia –visible por sus estragos- de uno de los cientos de asuntos que dejó pendientes su mentor y maestro.
Tercero, que los mismos mecanismos inútiles y escasamente eficaces, continúan con el mismo modelo de lo que los mexicanos vieron en los años recientes de obradorato: La visita a Acapulco fue de nuevo, el mismo botón de muestra. Encerrarse en las instalaciones de las Fuerzas Armadas para evitar los justos reclamos de la gente que se quedó sin nada, entre el Otis y el Milton, significan que la presencia presidencial seguirá siendo cosmética y para la foto del día.
Se empieza a percibir además, que esos mismos mexicanos que gritaron “¡¡¡Dictador… dictador!!!” empiezan a convencerse de que todo será más de lo mismo. Abundantes discursos, datos imprecisos cuando no, falsos y seguir acusando a Calderón como si fuera el profeta del Servicio Meteorológico Nacional.
La vigencia del modelito conlleva asimismo, la idéntica narrativa del antecesor, lo que representa una repetitividad que ahora, resultan tan innecesaria como chocante, en iguales condiciones a las empleadas por el señor de los 50 millones de pesos que antes hacía telenovelas y que ahora, crea historias llenas de fantasía. Claro que Don Epi, con el dineral que le facilitaron, pues cualquiera defiende a su bienhechor.
EL SEGUNDO ELEMENTO
¿Qué tienen de común los sucesos de Chilpancingo, Culiacán y Celaya? Pues, en principio, que todos los delitos cometidos y las tropelías provocadas por los narcocriminales, curiosamente, constituyen delitos del fuero federal y, en ese espacio donde nadie está, imperan a plenitud los malandros.
En adición, y por si eso no fuera suficiente, la repercusión negativa en la relación con la DEA y la comunidad financiera internacional, predicen varios días turbulentos.
La presidenta “con a” hizo un buen movimiento tratando de bajar la temperatura del caso entre el empresariado gringo. La dificultad mayor es que le vayan a creer porque sigue la misma técnica instrumental de su mentoring.
LO MÁS COMPLICADO
Y dentro de todo este margayate, subyace lo que Hannah Arendt denomina en una entrega, como “La mentira como herramienta del Poder” Y en ese sentido, las tres localidades Chilpancingo, Culiacán y Celaya, encuadran perfectamente en el análisis formulado por la escritora.
Arendt sostiene que “Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada.

Y agrega: Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal. Y un pueblo así, privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así, puedes hacer lo que quieras.»

En México transcurrieron seis años de ejercitar cotidianamente esta decisión de mentir. El resultado es, efectivamente, el previsto por la filósofa alemana, con la intención de tener al pueblo bueno y sabio, completamente sometido al imperio de la mentira. Ya sea porque se fue a su casa “el mejor presidente de la historia de México” o porque el Poder Judicial tiene que ser borrado como contrapeso republicano para estar siempre domesticado a la voluntad de una sola persona, con “a”

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