ANECDOTARIO

Opinión

POR JAVIER ROSALES ORTIZ.

Mencionar solo el nombre de esa profesión merece loas, porque el
sacrificio, la paciencia, la entrega y el cariño hacia una persona ajena
no tiene precio y el color blanco de su uniforme, lo dice todo.
Y quien mejor que yo para hablar de lo que hace una enfermara si soy
un descendiente, yo, que fui testigo de miles de cosas que rodean la
vida de una mujer que se daba tiempo para todo, sumamente
productiva y , además, cariñosa y atenta, que era lo que admiraban
quienes tuvieron la suerte de cruzarse en su camino.
Desde joven ser enfermera era lo suyo y se le notaba, porque empezó a
practicar esa labor con médicos particulares de Ciudad Victoria,
capital de Tamaulipas, quienes le dieron chance de conocer de primera
mano lo que es luchar por la vida de un ser humano y de vivir jornadas
agotadoras que la postraban en cama para dormir y reponer el vigor
para el día siguiente.
Y paso el tiempo y ella no declinaba, por lo que un año entero fungió
como voluntaria en el turno nocturno en dispensarios de la Colonia
Mainero, pero no todo quedo así, porque ingreso a la Facultad de
Enfermería de la UAT en esta ciudad, donde termino bien la carrera.
Digno es, mencionar, que allá por los años 80 ella fue la estudiante de
mayor edad -50 años- que concluyo sus estudios en ese lugar y deben
de existir por ahí fotografías en que las que luce acompañada por las
enfermeras recibidas de su generación, que algunas veces vi.
Y si, fue un ejemplo para nosotros, sus hijos, y su nieto, porque
Alejandro es odontólogo, Maria Teresa, se desarrolló en el área
administrativa del IMSS local, y Said Iván, es médico, lo que significa
que ella dejo huella.
Ahora que ya no está entre nosotros muchos la recuerdan cuando hizo
su servicio social porque fue una compañera leal, solidaria y muy
participativa en actividades sindicales, porque lo suyo era la
enfermería y la grilla de la buena.
Voz fuerte, tenía, y de su carácter no se diga, pero se doblaba cuando
atendía en la camilla a un paciente lastimado que luego tuvo que
cubrir con una sabana blanca cuando se despidió de la vida.
Ella, cuando llegaba a casa, nada de eso nos contaba, pero en su carita
se notaba que algo malo había pasado en el hospital, que ya no tenía
remedio.
Su vida era en la noche en el hospital y en el día en la escuela de la
UAT , de la cual hablaba, eso sí, maravillas, porque la convivencia

estudiantil la saboreaba al máximo, sin importar que fuera la más
veterana en aquel entonces.
Su nombre era EULOGIA ORTIZ, y viene esto porque está en puerta
la celebración del Congreso Internacional de Enfermería organizado
por la facultad de Nuevo Laredo, Tamaulipas, que comprenderá
talleres, conferencias y ponencias que estarán a cargo de destacados
ponentes de universidades de México y del extranjero.
Los temas, según lo que informa la Universidad Autónoma de
Tamaulipas, que está a cargo de Dámaso Anaya Alvarado, son la
investigación, la promoción y el cuidado de la salud, y el congreso
tendrá lugar del 4 al 6 de Noviembre en la facultad de Nuevo Laredo,
por la celebración del sexagésimo aniversario de su fundación.
Mamá ya tuvo lo suyo. Lo vivió, lo gozó, se deleitó y es bueno que este
tipo de congresos enriquezca el crecimiento en el cuidado de la salud,
que para ella fue muy importante.
Y sé, que desde donde estés, te vas a reír.
Porque salir en los medios, eso si, no era lo tuyo.
Correo electrónico; tecnico.lobo1@gmail.com

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