José Ángel Solorio Martínez
“TRIUNFÓ EL DIALOGO”
Se impuso la línea de la conciliación y el diálogo. Un final equilibrado; aparentemente tablas. El Cabildo construyó un ambiente de respeto y de armonía al interior del ente colectivo que es y san se acabó. Empieza de cero, la relación; comienza en un empate salomónico y una nueva era de respeto entre ediles, entre pares.
No llegó el agua al río.
Cuando muchos pensaban –pensábamos– que la atmósfera de conflicto prevalecería en las relaciones entre el presidente, síndicos y regidores, quedó todo arreglado.
Como en los finales felices de las telenovelas.
Si se creía que habría una crisis terminal en la administración municipal, estuvieron –estuvimos– errados.
El Congreso prudente, llamó al alcalde a que replanteara los métodos y formas de elección de su Ayuntamiento para cumplir con la legalidad mandatada por el Código municipal. Y el presidente municipal, solícito, cumplirá con esos ordenamientos para dar legitimidad a sus subordinados. El Cabildo, satisfecho con el lugar que el Congreso les da, aceptó la consideración y ser tomados en cuenta como parte de un ente colectivo que necesariamente sustenta sus acciones en forma colectiva.
El Cabildo, retomó muchas de sus atribuciones y el presidente hubo de ajustarse a la decisión de las mayorías.
Lo más saludable es que se retomaran los trabajos enfocados a subsanar la reparación de calles y de la infraestructura urbana, que ya empezaba a generar la ira social que tanto daño hace a los gobiernos.
El papel del gobierno del estado en esos días de incertidumbre jugó un rol invaluable; donde desapareció el gobierno municipal apareció el GOB-TAM para suplirlo; muy pocos se dieron cuenta de la ausencia, porque los dos o tres días de crisis estuvo ahí para cubrir las órdenes de la capitalidad.
Fue una grande lección para todos.
Para el alcalde, resultó un valioso aprendizaje; entendió, que el respeto a la mayoría de los ediles es fundamental para la gobernabilidad del Ayuntamiento y de la ciudad. Los síndicos y regidores, se llevan la enseñanza de que nunca más van a ser invitados de palo en los acuerdos para el bien de la ciudad y la ciudadanía.
Seguramente en la semana, se normalizará la situación.
¿Quién gana?
¿Quién pierde?
Evidentemente: quien pierde en todo ese juego de vencidas, es el pueblo.
El Cabildo y el jefe edilicio, pusieron las pérdidas.
Porque en este lapso de desacuerdo, perdieron respeto todos los ediles; se olvidaron, por un tiempo que deben escuchar a la ciudadanía antes que sus facciosos intereses.
El tiempo perdido, nunca es recuperado dicen los que saben.
Esperemos, que unos y otros, hayan superado las fobias y los desencuentros.
La ciudad lo merece.