Por Pegaso
HDSPM
Cuando la gente está reunida, tolera que le mienten la madre, porque ocurre un efecto de difusión. Como que la mentada se distribuye entre todos y a cada uno le toca de a poquito.
Recientemente falleció el comediante conocido como El Kompayaso, un tipo lépero, vulgar, feo y majadero hasta la madre.
Empezaba con una frase que gustaba mucho a las personas que acudían a ver su show: “¿Cómo están, HDSPT?”
Y la muchedumbre contestaba con una risotada nerviosa.
¡Claro, güey! ¡Te están mentando la madre, tú sigues yendo a ese tipo de espectáculos grotescos y de mal gusto y hasta pagas por entrar!
Para quien no lo sepa, las siglas HDSPM (lo voy a decir al estilo Pegaso, para que no suene tan feo) significan: Vástagos de su cortesana progenitora.
Aunque El Kompayaso llegó a límites grotescos (usaba una terrorífica máscara de payaso con los pelos color rosa. Tenía tres bendiciones, era baby sitter y madre soltera, según su propia definición), no es el único caso.
Ahí tenemos a Platanito y a Chuponcito, que también son clowns groseros y ordinarios quienes tienen mucho éxito entre la gente que le gusta que le recuerden a su mamacita entre chiste y chiste.
Hay toda una clasificación de personajes que se dedican a contar bromas e historias en vivo o en televisión, parados, frente al público. Se les llama “standaperos”.
El más famoso “standapero” mexicano se llama Franco Escamilla. Un tipo regordete, de aspecto de nerd, que nadie da un centavo por él, pero que halló la manera de hacerse famoso gracias a que sabe llegarle a la gente con majaderías.
En mis años mozos también había “standaperos”, pero no se llamaban así.
Yo recuerdo al más famoso de aquel entonces, Manuel “El Loco” Valdés. Hacía reír a los televidentes en su programa llamado precisamente “El Show del Loco Valdés”, pero con un humorismo blanco que no ofendía a nadie, porque en aquella época había mucha censura en los programas televisivos, principalmente los que se transmitían en vivo.
Por el contrario, ahora hasta fomentan las groserías y el lenguaje procaz. Programa que no incluya mentadas o referencias sexuales veladas o abiertas, está condenado al fracaso.
No es que me escandalice, sino que hay lugares y ocasiones en que una expresión insolente, descarada, vulgar, zafia o lépera es prudente, pertinaz y hasta recomendable, para dejar salir la tensión emocional que llevamos dentro y que amenaza con hacernos estallar.
Por ejemplo, cuando nos golpeamos un dedo con el martillo, o cuando nos pegamos en el dedo gordo del pie con un mueble al caminar en la obscuridad.
Puede que en los shows de los “standaperos”, dirigidos a los adultos, se valga el uso de majaderías, pero cuando van dirigidas a uno, aunque pretendan distribuirlas entre todos, como que ya calienta.
Así pues, si yo voy a un show, el de Franco Escamilla, por ejemplo, iré preparado con tomates o huevos podridos para aventárselos en la jeta, si empieza con sus chingaderas el HDSPM.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “Vierten esputo en tu rostro ¡y a pesar de todo, te provoca hilaridad!” (Te escupen la cara ¡y encima te ríes!)