Por Juan Sánchez Mendoza
La procacidad es un vicio generado por la alteración mental. Una fuga para quien no sabe admitir sus propios yerros. La salida fácil que conduce al olvido cuando ya no existe vergüenza. Ni pudor. Menos dignidad.
Antaño era costumbre que la política fuera práctica de hombres. Y que como hombres se respondiera, con argumentos sólidos, a los cuestionamientos públicos generados por las fallas, omisiones e incluso aquellos provocados indirectamente.
Pero esto no ocurre hoy ¡qué va!, porque la política se ha prostituido y el ejercicio legislativo ha sido contaminado por intereses mezquinos de la ultraderecha y una falsa corriente izquierdista, donde el pundonor y la honestidad no tienen valor alguno.
De ahí que en el asunto del paquete económico asomen legisladores que preparan baterías para sacar avante el documento que determinará los nuevos gravámenes; y se tornen cínicos al no poder responder a la verdad con la verdad o verdades relativas.
La insolente actitud de esos representantes populares, por tanto, no me extraña, pero sí atrapa mi atención la postura asumida por sus (ayer) acusadores, que (hoy) parecen haber caído en la complicidad. En una connivencia encaminada a perdonarlos, cuando está comprobado que maniobran en la Ciudad de México tratando de convencer a todos y cada uno de los legisladores (de ambas cámaras) para en conjunto presentar, en unos días más, un paquete económico que sería un claro atentado contra la economía de los que menos tienen.
Y es que gravar la comida y los medicamentos que consumimos en México no la mejor fórmula para enfrentar la crisis económica que Andrés Manuel López Obrador legó a su sucesora, pero esto no quieren entenderlo los colaboradores más cercanos a Claudia Sheinbaum Pardo que han ‘filtrado’ la posibilidad de implementar nuevos impuestos, como tampoco un grupo de panegiristas que en el Congreso de la Unión ya se desgarran las vestiduras tratando de convencer a sus pares de que lo ideal sería lesionar un poquito más la economía familiar.
En fin, el golpe duro que se prepara en contra del pueblo quizá no se entienda hasta una vez transcurrida la euforia decembrina.
Pero aun así hay tiempo suficiente para obligar al nuevo Gobierno Federal a no aplicar esas medidas draconianas.
Agravio sexenal
Junto al desempleo y la pobreza, es la inseguridad pública uno de los problemas que más lastiman a la sociedad.
El cáncer penetra hasta los rincones más apartados de la geografía nacional, evidenciando un fracaso estrepitoso en la materia, aun cuando el ex presidente, hasta la víspera de fenecer su administración, insistió en que el combate a la delincuencia ha resultado triunfal.
Paso a paso el hampa ha sentado sus reales y defiende a sangre y fuego los territorios ‘conquistados’, mientras la autoridad federal (hasta la fecha) no logra encontrar la fórmula para atenuar, al menos, ese lastre que atenta contra individuos y familias tanto en su patrimonio como en su integridad física y moral.
Ciudades y comunidades otrora pacíficas han pasado a constituirse en espacios de alto riesgo donde impera la ‘ley de la selva’, sin que exista poder humano capaz de establecer el orden y satisfacer las demandas ciudadanas.
Por el contrario, es palpable el fracaso de las estrategias implementadas para frenar los índices delictivos, como bien lo demuestran los acontecimientos que tienen lugar de manera cotidiana; y eso permite suponer que se cometen en un marco de impunidad constituyendo, además, uno de los principales ingredientes que permiten la propagación del fenómeno.
En reiteradas ocasiones se ha comprobado que el hampa teje relaciones y logra penetrar las esferas encargadas de combatirla, lo que ha sido demostrado cuando se logra detener a facinerosos de alto rango, quienes en algunos casos son servidores públicos en activo, lo fueron o sostienen relaciones de complicidad con los mandos encargados de la seguridad pública.
Es más, en el pasado reciente era común enterarse de cómo delincuentes disfrazados de policías, mediante estipendio, lograban colarse a las mejores ‘plazas’. Este mal quizá aún se practica a fin de estar cerca de los ‘patrones’ y poderles servir adecuadamente.
Todo ello daña la credibilidad hacia las instituciones encargadas de la seguridad pública.
Y es que sólo cifras alegres y pretextos escuchamos por doquier por parte de los encargados de combatir el crimen, que desafortunadamente avanza en nuestro país, sin que logren detenerlo las autoridades federales.
Entonces, lo más recomendable para Claudia Sheinbaum Pardo, es que anime la participación ciudadana en la lucha contra la delincuencia, a fin de que las mujeres y los hombres de buena fe puedan enjuiciar a los malos servidores públicos, a la vez que determinen el camino a seguir, junto con las autoridades respectivas, para combatir el hampa.
Y es que de ninguna manera sería sano continuar inmersos en el círculo vicioso, donde empieza a borrarse la distinción entre maleantes y policías.
Universidad
El rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), Dámaso Anaya Alvarado, mantiene su firme su proyecto de asegurar la calidad educativa y brindar mayores herramientas de desarrollo a los estudiantes.
Lo confirma la puesta en marcha del proceso de evaluación, con fines de reacreditación, de la Licenciatura en Pedagogía, que imparte la Unidad Académica de Trabajo Social y Ciencias para el Desarrollo Humano (UATSCDH).
Ante el equipo de pares evaluadores del Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación en Psicología, A. C. (CNEIP), el rector señaló que, con los trabajos de acreditación, se pretende contar con programas de licenciatura que sean pertinentes, a la altura de las necesidades de la sociedad tamaulipeca.
Y para ello se han trazado estrategias sólidas que permitirán avanzar de manera humanista en la mejora continua de los programas educativos que oferta la UAT, procurando el fortalecimiento pedagógico, la innovación y el desarrollo de habilidades blandas en los servicios que se ofrecen a los estudiantes.
Correo: jusam_gg@hotmail.com