Por Pegaso
OCIO
Los chavos de hoy son muy diferentes a lo que éramos las generaciones anteriores.
Se ha perdido la costumbre de salir a las calles de tierra, a jugar con las canicas, el trompo, el balero y al changay.
Ahora, si están en clases, si están en el recreo, si van en el transporte, cuando llegan a su casa, cuando están comiendo y hasta cuando están durmiendo, todo se les va en ver las redes sociales, como Tik Tok, Instagram y Facebook.
Todo su mundo gira en derredor de las redes sociales, por eso son tan proclives a dejarse influenciar por otros tan ignorantes como ellos que solo saben hacer y decir pendejadas.
Ya lo advertía Albert Einstein: La tecnología nos llevará a generaciones cada vez más idiotas.
Pero no es culpa de los chamacos. Es culpa de nosotros, sus padres y abuelos.
Desde hace mucho tiempo que perdimos el contacto con las nuevas generaciones. Cuando ya el salario del papá no alcanzaba para la manutención de la familia, tuvo que entrarle al quite la mamá, y los güercos se quedaban solos en la casa, o encargados con algún vecino.
Primero, los videojuegos, y después las redes sociales, sustituyeron ese vacío que dejamos los padres.
No quiere decir que nosotros hayamos sido más felices que las generaciones de hoy. Tal vez se trate solo de un tipo diferente de felicidad al que nosotros experimentamos.
Yo recuerdo que, al salir de la escuela y hacerle algunos mandados a mi abnegada y sufrida madre, nos íbamos todos los cuates a la orilla del río a echarnos una cascarita de futbol.
Cuando no, salíamos a la calle, trazábamos unas líneas serpenteantes, tomábamos unas tapas de pomada de la campana o de Vic Vaporub y nos poníamos a jugar a las carreritas, empujando con los dedos las tapas, evitando salirnos de las líneas.
Por las noches, nos poníamos a ver el programa de El Chavo del Ocho, o a Capulina.
Los domingos por la mañana, En Familia con Chabelo. Un poco más tarde, no nos podíamos perder Odisea Burbujas.
Me encantaba cuando el Profesor Memelovsky, Patas Verdes, Pistachón Zigzag, Mafafa Musguito y Mimoso Ratón se metían al “Popotito 23” para ir a épocas pasadas y ayudar a algún científico o personaje famoso. Pero siempre, siempre, estaba El Ecoloco para echarles a perder sus planes, aunque a final de cuentas, el siniestro y mugroso personaje siempre resultaba derrotado.
Los domingos por la tarde/noche, Siempre en Domingo, con Raúl Del Asco. Y al día siguiente, muy de mañana, de regreso a la escuela Club de Leones No. 1, para aprender nuestras lecciones de Lengua Nacional, Aritmética y Geometría, Historia y Civismo y Estudio de la Naturaleza, con mi querida y apreciada maestra Angelita, María de los Ángeles Arellano Varela, con quien todavía tengo comunicación de vez en cuando mediante ¡las redes sociales!
Eran otros tiempos, como dicen los jóvenes actuales, y tienen razón.
Los tiempos actuales nos parecen muy raros a nosotros, los chavorrucos, pero para ellos que no conocen más que lo que tienen delante de sus ojos, es lo más natural del mundo.
Así pues, la generación actual solo es el fruto de la anterior. No nos quejemos. Intentemos cohabitar con ella y proporcionar alguno que otro mirífico consejo, aunque por lo general, les entra por un oído y les sale por el otro.
Viene el refrán estilo Pegaso: “De semejante progenitor, semejante viruta afilada de madera”. (De tal padre, tal astilla).