Por Oscar Díaz Salazar
“Se nota cuando se quiere
Pero cuando no, se nota más”
La frase dicha y popularizada en la canción que cantan a “dueto” la colombiana Shakira y el vocalista del Grupo Frontera, de la colonia más bonita de Reynosa (McAllen), sintetiza perfectamente la situación del presidente municipal de Victoria, en relación a los no quereres de sus gobernados y especialmente del personaje con el que cohabita “políticamente” en la capital.
Desde hace varias semanas, que incluyen íntegramente el tiempo que lleva el segundo periodo en que es presidente municipal, Lalo Gattas no es requerido por las autoridades estatales.
Ni a ceremonias cívicas, ni a actos políticos, ni a reuniones sociales, ni a eventos partidistas, ni actividades deportivas, prácticamente a nada de nada es invitado el aún presidente de Victoria.
Es evidente el desprecio al sujeto que despacha en el 17 Hidalgo, por parte del personaje que tiene su oficina en el 15 Juárez, siendo el médico del 8 quien ha acaparado las invitaciones a acompañar al gobernador a ceremonias, reuniones, viajes, citas, actos, fiestas, posadas, piñatas, velorios, jolgorios, misas, etc. etc.
Al higadito Gattas lo traen tan atravesado que incluso han dejado de invitarlo a ceremonias en las que el protocolo exige la presencia de la primera autoridad civil del municipio.
Síntoma de esa animadversión que le tienen (bien ganada) a Gattas, son las rebeliones de los regidores y síndicos de su propio partido, que han dejado correr los mismos personajes que le ayudaron a ganar su reelección… esos que operaron para que Oscar Almaraz se hubiera ido pa su casa sin chistar, ni impugnar una sola casilla, pese a lo cerrado del resultado y los múltiples indicios de que hubo mano negra en la jornada electoral.
Se ve muy cuesta arriba que el caeme bien de Gattas arregle su situación, porque a los mentirosos e incumplidos terminan por cerrarles la puerta al diálogo y la negociación, en el entendido de que es inútil hablar con quien no honra su palabra.
A ver cuánto le dura el gusto. El jefe político de los morenos ha sido muy tolerante, pero también sabe marcar la raya y ponerle remedio a los problemas.