Por Oscar Díaz Salazar
De mucha relevancia para el futuro de las ciudades y la población de la frontera (y de todo Tamaulipas) pudiera llegar a ser la visita que esta semana realizó el gobernador a Matamoros, Rio Bravo y Reynosa.
Con ser importantes y valiosos los preparativos para una posible deportación masiva de connacionales, con la creación de albergues temporales, además de la entrega de obras de remozamiento de infraestructura deportiva en Río Bravo o la supervisión de obras de vialidad e infraestructura hidráulica en Reynosa, o el inicio de la construcción de una planta de fertilizantes, me parece que eso no es lo más destacado de esa visita del gobernador.
Creo que es de mucha importancia la entrega de vehículos para lo que los comunicados oficiales describen como policía de proximidad.
El equipamiento con patrullas para al «Policía de Proximidad», señala el regreso de una «institución» que en el pasado se denominaba policía preventiva o policía municipal, que fueron corporaciones que dejaron de operar hace varios años, por haber sido infiltradas y controladas por el crimen organizado.
Aunque legalmente nunca fueron «desaparecidas», en los hechos fueron desmanteladas al proceder los gobiernos municipales a liquidar o finiquitar la relación laboral con los agentes policiacos municipales.
La labor de vigilancia policiaca la atendieron diversos entes en los años en los que no hubo policías municipales, lo mismo militares de la SEDENA, marinos, policías estatales, policías federales, guardias nacionales, etc,
En todo ese tiempo, tiempo de la crisis de seguridad pública, tiempos de predominio de la delincuencia organizada y los carteles, se ha gastado muchísimo dinero en esas policías que en teoría no estaban infiltradas por los narcos, ni tenían acuerdo con ellos.
A los gobiernos municipales le tocó pagar a los soldados, marinos, guardias, etc, que cobraban viaticos, estancia, alimentación y sobresueldos para trabajar en las ciudades fronterizas, como si aquí no fuera el mismo país o como si fuéramos ciudadanos de segunda.
En más de una década de violencia desatada, se han gastado miles de millones de pesos en edificios, como el de la secretaria de seguridad del gobierno del Estado, construido a todo lujo, en vehículos blindados para los funcionaros y mandos policiacos, en tecnología (para espiar a rivales políticos) en cámaras de vigilancia (alquiladas a precio de oro y condiciones leoninas), en «capacitación», albergues y dormitorios para tropas, etc.
El dinero se ha ido en accesorios, lujos, construcciones, y resulta que los policías no tenían armamento, ni gasolina y se les debía salarios, viaticos y compensaciones.
Por eso destaco, y espero llegar a decir que celebro, el intento por volver a echar a funcionar la policía de proximidad. Como la corporaciones municipales siempre existieron en la ley, aunque de hecho o de facto no funcionaban, el asunto del retorno de los cachuchones puede ser tan discreto y sencillo como volver a contratar agentes, y enviarlos a la calle a cuidar el orden.
A ver cómo nos va con el regreso de los policías municipales… Lo que hoy sabemos es que los de antes fueron tan vulnerables y proclives a negociar, como los que llegaron vestidos de verde, de azul, de negro y de camuflaje.