POR ARABELA GARCIA …
La Clínica es Nuestra: Un Programa Insuficiente ante la Crisis de Salud que Exige Reformas
Profundas
La pandemia de COVID-19 no solo expuso las vulnerabilidades del sistema de salud en México,
sino que también reveló la profunda corrupción y la falta de infraestructura, personal médico y
medicamentos adecuados. En este contexto, la llegada del nuevo gobierno federal, encabezado
por Claudia Sheinbaum, presenta una oportunidad para abordar estos problemas, aunque con
desafíos significativos.
El Programa «La Clínica es Nuestra» representa un intento valioso de transformar la atención en las
clínicas del ISSSTE, con un enfoque en la rehabilitación y el mantenimiento de unidades médicas.
Sin embargo, a pesar de las intenciones detrás de este proyecto, el financiamiento asignado
—entre 400 mil y un millón 200 mil pesos— resulta insignificante frente a las profundas
necesidades del sistema de salud. Estas sumas, aunque son un primer paso, parecen más un
paliativo que una solución estructural.
La presidenta del comité, Irma Azucena Castillo, ha enfatizado la importancia de este programa y
el enfoque en la infraestructura¸ Impermeabilización, iluminación y techumbres como necesidades
básicas.
Aunque el programa resulta interesante y ayuda en un principio a lo urgente, no aborda la raíz del
problema: la falta de personal capacitado y de un suministro constante de medicamentos. Estas
carencias no se solucionan simplemente con reparaciones físicas; se necesita un cambio integral
que incluya formación de personal y un abastecimiento adecuado.
La idea de crear un comité para supervisar el uso de los recursos es un avance hacia la
transparencia, pero plantea preguntas sobre la efectividad real de este mecanismo. La historia
reciente está llena de ejemplos de programas que, aunque bien intencionados, fracasan en su
implementación debido a la falta de un seguimiento riguroso y de la raíz. La confianza en el
sistema se construye sobre la base de resultados tangibles y no solo en promesas.
Además, la propuesta de beneficiar al comercio local a través de la inclusión de constructores y
proveedores de la región es un punto positivo, pero también plantea interrogantes sobre la
capacidad de estas empresas para cumplir con los estándares necesarios en la rehabilitación de
instalaciones de salud. Se necesita un balance entre el desarrollo económico local y la calidad del
servicio de salud que se brinda a la población.
A medida que el programa avanza, es fundamental que los beneficiarios, los derechohabientes,
mantengan una voz activa en el proceso. La participación comunitaria no solo es deseable, sino
esencial para asegurar que las obras realizadas realmente respondan a las necesidades del servicio
y que el dinero se utilice de manera eficiente y efectiva.
El camino hacia una mejor atención de salud en México es largo y complicado. La pandemia ha
dejado una huella profunda que requerirá un esfuerzo colectivo y sostenido para sanar. Si bien
iniciativas como «La Clínica es Nuestra» son un paso en la dirección correcta, no debemos perder
de vista la necesidad de una reforma más amplia que abarque todos los aspectos del sistema de
salud, desde la infraestructura hasta la capacitación del personal, pasando por un abastecimiento
adecuado de medicamentos. La salud de la población no puede ser tratada como un mero
proyecto político; es un derecho fundamental que merece atención y recursos sostenidos.
SUGERENCIAS Y COMENTARIOS arabelagarcia01@hotmail.com