Clara García Sáenz
Cuando Humberto Filizola Haces era rector de la Universidad Autónoma de
Tamaulipas, dio un dato revelador que causó gran impacto en la opinión pública; señaló
que más del 50 por ciento de la matrícula universitaria eran mujeres y tenían además
los más altos promedios de aprovechamiento. Fue durante su rectorado cuando por
primera vez una mujer ocupó la Secretaría General de la UAT, el segundo cargo más
importante después de la rectoría. Desde entonces se fue dando de manera paulatina
el ascenso de las mujeres a cargos directivos en la Casa de Estudios y aunque ya en
los años 70 había mujeres que dirigían la Facultad de Trabajo Social, cuando los
hombres hacían lo propio en las facultades de enfermería.
Sin embargo, la presencia de las mujeres en la Universidad ha sido fundamental
desde las luchas de la autonomía y la forma de mostrar su valentía ocupando un
pupitre en carreras que eran consideradas exclusivas para los hombres, permitió que
se fuera normalizando la equidad educativa. Quienes hayan pasado por sus aulas,
recodarán no a una sino a muchas maestras dedicas a la docencia, de distintas
edades, jóvenes o mayores y de distintos credos, cristianas, católicas o ateas, de
izquierda o de derecha, siempre al pie del cañón cumpliendo rigurosamente sus
horarios de clase y sus planes de trabajo, distinguiéndose por encima de los
catedráticos hombres, por tener un gran sentido de responsabilidad y orden.
Las mujeres en la UAT son las que por décadas han arrastrado el lápiz en la
administración central, conocen los entresijos y laberintos de la rutina administrativa,
son las que resuelven el día a día, las que han visto pasar por sus oficinas a muchos
funcionarios, algunos improvisados, algunos educados, algunos que solo firman, que
como llegan se van según la temperatura política.
Muchas se conocen de nombre, de vista, algunas son amigas, compañeras de
trabajo, vecinas de cubículo. La mayoría son muy trabajadoras, responsables,
comprometidas con el quehacer universitario, cuando es necesario se quedan a sacar
el trabajo y sacrifican horas familiares, compromisos personales y su tiempo de
descanso aun sabiendo que no habrá estímulos económicos extras.
Muchas han dedicado su vida a la institución y siguen trabajando más allá del
momento de la jubilación, disfrutan lo que hacen, aman a la Universidad a pesar de
haber sido invisibilizadas en muchos momentos, que poco importa cuando disfrutan lo
que hacen desde la docencia, la investigación, la administración.
Por eso celebro los nombramientos de muchas que han llegado en esta
administración rectoral a ocupar cargos directivos, hechas en la fragua de la rutina con
trayectoria y pertenencia. Cosas que van más allá de una foto repetida en todos los
medios de comunicación que exhiben a una mujer que defraudó las arcas
universitarias, la cual, por cierto, nadie o casi nadie la conocía al interior de la UAT y no
contaba ni con pertenencia, ni trayectoria ni nada de lo que la mayoría de las
universitarias tienen y demuestran cada día al ser las que sostienen el Alma Mater de
los tamaulipecos y ninguna aparezca en el memorial de los universitarios ilustres. E-
mail: garciasaenz70@gmail.com.