“NEPOTISMO CON PATENTE HASTA EL 2030”
¡Felicidades, México! Podemos dormir tranquilos: el régimen de la Cuarta Transformación ha “erradicado” el nepotismo… pero a partir de 2030. Sí, leyó bien. El Senado, dominado por Morena y sus aliados, aprobó la tan cacareada reforma contra el nepotismo postergando su entrada en vigor hasta el año 2030, en lugar de 2027 como originalmente propuso la presidenta Claudia Sheinbaum  . ¿La razón? Proteger, cómo no, a los mismos clanes familiares que hoy gozan de las mieles del poder bajo el cobijo de la 4T. La hipocresía se sirve fría, con una generosa porción de ironía: la regeneración moral podrá esperar otros cinco añitos, no sea que algún hijo, hija, cónyuge o hermano de los próceres de la 4T se quede sin su hueso. Total, ¿qué prisa hay?
“Regeneración” que perpetúa el vicio
La narrativa oficial de la 4T prometía acabar con las mafias del poder y la corrupción de administraciones pasadas. En los mítines se condenaba el amiguismo y nepotismo de la “antigua” clase política. Sin embargo, en los hechos Morena ha terminado igualando o superando a sus antecesores en el arte de heredar cargos a la familia. Antes, en el viejo PRI, al menos tenían la decencia de disimular: José López Portillo en los 80 presumió a su hijo como “el orgullo de mi nepotismo”, pero esos excesos provocaban escándalo nacional .
Nadie había visto un influyentismo familiar tan descarado desde entonces… hasta que llegó Morena. Hoy, ni los priistas más dinosaurios se atrevieron al grado de nepotismo que practica la 4T .
La diferencia es que antes algunos caciques dejaban pasar un periodo antes de pasar la estafeta al hijo o la esposa; ahora ni eso: la 4T quiere la silla caliente, pasando directamente del padre a la hija, del hermano al hermano, o del marido a la mujer, sin soltar el poder ni un minuto .
El resultado es una simulación de “cambio”: se pregona la moralización, pero se pacta con el Verde Ecologista y el PT para patear la reforma anti-nepotismo. ¿El pretexto? “Privilegiar la unidad del movimiento” oficialista . Cínica frase del presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, quien básicamente admite que prefirieron complacer a sus aliados nepotistas antes que cumplir el espíritu de la reforma. La propia presidenta Sheinbaum, quien originalmente quería la prohibición a partir de 2027, terminó justificando la marcha atrás: “son acuerdos políticos necesarios para garantizar la aprobación” dijo, argumentando que si no cedían al 2030, el PVEM no aprobaba nada  . Traducido: la cruzada moral se negoció en lo oscurito, sacrificada en el altar de las alianzas electorales.
¡Vaya “transformación”!, donde la ética depende de si el socio de coalición nos aguanta el paso.
Los clanes de la 4T, felices con la prórroga.
¿Quiénes ganan con este aplazamiento? Los sospechosos de siempre. La reserva para 2030 tiene dedicatoria con nombre y apellido, y curiosamente todos son de la familia gobernante (literalmente). Algunos casos emblemáticos:
• Guerrero – Félix Salgado Macedonio. El polémico senador morenista (sí, aquel acusado de abusos sexuales que tanto incomoda al discurso feminista oficial ) quiere ser gobernador y suceder a su hija Evelyn Salgado en 2027. Con la redacción original de la reforma, don Félix hubiera tenido que esperar ¡hasta 2033! para competir por el cargo, cuando ya tendría 76 años . Pero gracias a la magia del “nepotismo diferido”, se lo allanó el camino para que busque la candidatura en 2027 sin empacho . Todo queda en familia: de padre a hija y de vuelta a padre, como monarquía sexenal. ¿La 4T combatiendo la monarquía política? Claro, en 2030 vemos eso…
• Zacatecas – La dinastía Monreal. Si alguien escribió el manual del nepotismo en la 4T es esta familia. El gobernador zacatecano David Monreal pretende entregar la banda a su hermano Saúl Monreal, actual senador de Morena, en la próxima elección. Sería el tercer hermano Monreal en gobernar Zacatecas (recordemos que Ricardo lo hizo en 1998). Con la reforma pospuesta, Saúl podrá competir en 2027 y perpetuar el feudo familiar . Ricardo Monreal, hoy coordinador en San Lázaro, nos quiere ver la cara: jura que “en mi familia no hay nepotismo, porque mis hermanos fueron elegidos por voto popular” .
Claro, según él el nepotismo solo existe si un jefe nombra al pariente, no si el partido lo postula y lo hace ganar. Bajo esa lógica tramposa, tener una decena de familiares Monreal en cargos públicos (dato que la oposición le restriega en la cara) es coincidencia astral . Son 14 hermanitos porque papá y mamá fueron productivos, no porque haya influencia, dice con sorna. Meritocracia familiar, versión 4T: “no es nepotismo, es amor fraternal”.
• San Luis Potosí – Ricardo “El Pollo” Gallardo y Ruth González. Caso de libro: gobernador en turno prepara relevo conyugal. Gallardo (del PVEM, aliado de Morena) llegó al poder en 2021 y ahora su esposa Ruth González –actual senadora verde– está lista para sucederlo en 2027. La reforma retrasada le cae como anillo al dedo: podrá heredarle la gubernatura a su mujer sin impedimento legal . Aquí se entiende quién metió presión: el Partido Verde condicionó sus votos a que la ley anti-nepotismo no le arruinara la fiesta familiar en SLP . Y Morena, desesperado por la mayoría calificada, cedió al chantaje. Marko Cortés, del PAN, acusó con razón que esto fue un “pago de favores” al Verde . El resultado: el Green Party se pinta de verde… bilioso, asegurando su feudo potosino en familia.
• Morena – Mario Delgado, “el orgullo de mi nepotismo”. No podíamos olvidar al presidente nacional de Morena, adalid del discurso anti corrupción… y a la vez campeón del nepotismo partidista. En las elecciones de 2021, Mario Delgado consiguió colocar a dos familiares directos en el Congreso: su primo Miguel Carrillo como diputado federal por Puebla, y su hermano Felipe Delgado como diputado plurinominal suplente vía PVEM  .
Ni López Portillo se atrevió a tanto, ironiza la prensa: Delgado impuso a los suyos sin siquiera esperar un ciclo, usando su puesto de líder partidista para hacer de Morena un negocio familiar  . De hecho, violó los propios estatutos de Morena –que prohíben a miembros de la Comisión de Elecciones impulsar parientes–, pero le valió un comino . Se presentó una denuncia interna y terminó en la congeladora de la Comisión de Honestidad de Morena, que de “honestidad” solo tiene el nombre . Así, Mario transformó el “cambio verdadero” en continuismo familiar, al puro estilo del PRI ochentero  . Como dijo un columnista mordaz, Delgado lo hizo descaradamente, al estilo lopezportillista que se supone el lopezobradorismo detesta . Ironías de la vida: el partido que se erigió contra el PRIAN termina calcando sus peores vicios.
Datos duros: el nepotismo galopante en México.
Lo más tragicómico de esta “reforma” diferida es que, aún si entrara en vigor hoy, sus alcances serían mínimos. El nepotismo político en México lleva décadas enquistado y va mucho más allá de tres o cuatro casos sonados. Veamos algunas cifras y hechos:
• Nepotismo omnipresente: Desde el año 2000 ha habido 193 personas que ocuparon gubernaturas en México. ¿Cuántos casos hubieran sido frenados por la reforma anti-nepotismo tal como está planteada? Apenas 3, es decir solo el 1.5% . Esto según un estudio de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI). Detectaron al menos 25 eventos de gobernadores emparentados con exgobernadores de su Estado, es decir, pequeñas dinastías locales . Sin embargo, la mayoría se las ingenió para no suceder inmediatamente a su pariente y así evadir sanciones. Ejemplos sobran: los hermanos Humberto y Rubén Moreira mantuvieron control en Coahuila (2005-2017) pasando por un gobernador interino que les “guardó el lugar”, con lo que habrían eludido la nueva ley de haberse aplicado . En Veracruz, Miguel Ángel Yunes (PAN) gobernó 2016-2018 e intentó pasarle la estafeta a su hijo Miguel Jr. en 2018; fracasó en las urnas, pero luego acomodó a toda la prole: su otro hijo Fernando fue alcalde de Veracruz 2018-2021 y la nuera Patricia Lobeira es la alcaldesa actual; Miguel Jr. acabó como senador en 2024 con su papá Yunes padre de suplente  . ¡Armaron un árbol genealógico en el gobierno! Y así en muchos estados y municipios donde el apellido pesa más que el partido. Como señala un reportaje, en decenas de los 2,500 municipios mexicanos “el cargo de alcalde se ha transmitido entre esposos, padres e hijos, hermanos o cuñados… no importa qué partido postule, termina ganando la familia”  . La política mexicana está llena de feudos familiares que brincan de un partido a otro para conservar el poder: del PRI al PAN y ahora a Morena, pero siempre los mismos apellidos .
• Una ley simbólica y con eficiencia del 0%: La iniciativa de Sheinbaum se limita a cargos de elección popular y exige solo 3 años de “descanso” entre un pariente y otro . Esto es un paliativo ridículamente estrecho. La propia MCCI concluye que, tal como está redactada hoy la reforma, la tasa de eficiencia para combatir el nepotismo sería de CERO . ¡Cero! Porque la mayor parte del nepotismo ocurre en administración pública y nombramientos directos, no necesariamente en elecciones inmediatas  . De hecho, el nepotismo ya está tipificado como falta grave en la Ley Federal de Austeridad Republicana (2019) y en la Ley General de Responsabilidades Administrativas , pero esas normas solo prohíben contratar familiares en la misma dependencia, lo cual es fácil de burlar (te coloco a la esposa en otra oficina y listo). La nueva reforma ni toca ese inmenso universo de 4 millones de servidores públicos federales y estatales donde anida el nepotismo cotidiano . Se enfoca solo en sucesiones electorales directas, que son la excepción, no la regla del nepotismo mexicano . Y ni eso pudieron aprobar sin diluir. En resumen, es más simulación que solución . Un barniz constitucional para presumir “estamos combatiendo el nepotismo”, pero dejando intactas las redes familiares en el poder. Porque acabar de fondo con el nepotismo implicaría tocar intereses reales: transparentar contrataciones, crear servicio civil de carrera, padrones de familiares, sanciones efectivas . Pero eso requiere convicción, no solo decreto… y convicción es justo lo que faltó.
• Corrupción en aumento, percepción en picada: Era obvio que tanta simulación cobraría factura. México se hunde en los índices internacionales de corrupción: en el más reciente Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, nuestro país cayó al lugar 140 de 180 naciones, con una calificación de apenas 26/100, la peor en décadas  . La promesa de López Obrador de acabar con la corrupción “de tajo” quedó incumplida . Y es que nepotismo es corrupción; es uso patrimonialista del poder público. Mientras la 4T tolera y ahora pospone frenar la herencia de cargos, manda un mensaje de que aquí las cosas siguen igual o peor. No sorprende que 90% de los mexicanos perciban que la corrupción no ha disminuido, sino aumentado . La Cuarta Transformación, al menos en este rubro, se está pareciendo demasiado al cuarto de los ratones: mucho ruido, pocas nueces, y las mismas trampas de siempre.
El espejo internacional: aquí abrazamos al nepotismo que afuera combaten.
La decisión de posponer la reforma anti-nepotismo contrasta con las acciones que otros países han tomado (hace décadas) para atajar este mal. En Estados Unidos, por ejemplo, existe una ley federal anti-nepotismo desde 1967 (la famosa “Bobby Kennedy law”) que prohíbe a cualquier funcionario público federal nombrar a un familiar en cargos bajo su autoridad . Gracias a esa ley, un presidente no puede designar a su yerno o hermano en un puesto de gabinete así como así, y un congresista tiene vetado contratar a su cónyuge en su staff. ¿Se imaginan algo así en México? Acá, en cambio, normalizamos que el dirigente partidista meta al primo y al hermano en la lista plurinominal.
Otro ejemplo: Brasil. En 2005-2006, el poder judicial brasileño tomó una decisión histórica contra el nepotismo: despidió a más de 2,000 familiares de jueces que ocupaban cargos públicos sin concurso, hasta tercer grado de parentesco  .
Consideraron, con razón, que el nepotismo es una de las “plagas que ponen en peligro la ética de la vida pública” , literalmente “un pecado de la democracia” según la sentencia del Supremo Tribunal Federal . La medida fue tan bien vista que luego se extendió a los otros poderes. En países europeos, aunque siempre hay casos puntuales de enchufismo, la condena social y mediática suele costarle el cargo a los funcionarios involucrados. Aquí, en cambio, premiamos a los nepotistas dándoles tiempo extra para consumar sus planes. En lugar de avergonzarlos, les legislamos trajes a la medida.
México se queda así en flagrante rezago moral frente a democracias que, con aciertos y tropiezos, han intentado blindar el servicio público del patrimonialismo familiar. Mientras allá se asume que la gestión pública debe ser impersonal y por mérito, aquí seguimos con la lógica feudal del “mi hijo, mi esposa, mi hermano, mis chuchos”. El mensaje internacional no podría ser más claro: en México, la supuesta cuarta transformación tolera prácticas que en otros lados serían escándalo y dimisión inmediata.
Difícil presumir liderazgo moral en la región cuando legitimamos la dinastización de la política.
La doble moral oficialista al desnudo.
Resulta casi enternecedor escuchar el discurso triunfalista del oficialismo anunciando que “ya en 2030 no habrá reelección ni nepotismo”. La presidenta Sheinbaum dice que lo importante es que la prohibición “quedará plasmada en la Constitución” , como si unas letras en el papel, pospuestas seis años, significaran algo frente a la cruda realidad. Para 2030, quién sabe qué gobierno esté en el poder ni cuántos nuevos huecos encuentren los políticos para seguir colocando a sus hijos. Pero hoy, 2025, queda al desnudo la doble moral: donde dijeron “no nepotismo”, quisieron decir “no nepotismo… todavía no”. La misma reforma anti-nepotismo nació minada por dentro, acotada a ciertos casos, y aun así la frenaron para proteger a sus allegados. Es el colmo: legislar contra la corrupción, pero dejándola suceder “por única ocasión”. Un permiso temporal para que los clanes de la 4T aseguren su parcela antes de la supuesta purga.
La Cuarta Transformación ha caído en aquello que criticó con ferocidad. Nepotismo es nepotismo, lo practique el PRI, el PAN o Morena. No hay “nepotismo bueno” por más que lo adornen con retórica de “mandato popular” o “unidad del movimiento”. El resultado es el mismo: cargos públicos convertidos en herencia familiar, mérito desplazado por apellido, y un sistema político que se parece más a una empresa familiar que a una democracia moderna.
“No mentir, no robar, no traicionar”, rezaba el lema moral lopezobradorista. Habría que añadir: “no enchufar a la parentela”. Pero en los hechos, ese apartado lo dejan para después. La transformación terminó siendo transa disfrazada de reforma. En la lucha contra el nepotismo, la 4T se metió un autogol monumental: confirmó que su discurso de superioridad moral es puro cuento cuando tocan intereses propios. Nepotismo: 1 – Regeneración: 0.
En conclusión, esta columna no celebra, sino lamenta con ironía, cómo el gobierno que se decía diferente ha claudicado en combatir un mal añejo. Los nepotistas brindan hoy con champán (quizá en alguna lujosa cena familiar costeada por el erario), saboreando su victoria. Y los ciudadanos, una vez más, vemos cómo la clase política se atrinchera tras sus apellidos. La lección es demoledora: la corrupción no se ha ido, solo se vistió de guinda. La Cuarta Transformación prometió acabar con los privilegios, pero ha terminado administrándolos en favor de los suyos. Mucho ojo: si en 2030 realmente cumplen su promesa anti-nepotismo (perdonen el escepticismo), no olvidemos quiénes se beneficiaron de la gracia concedida. Porque los nombres ahí están, muy claros, en la lista de beneficiarios de esta prórroga de la vergüenza . Y la memoria, al menos esa, no debiéramos postergarla.